Si eres cubano, solo leer “matahambre” o “masarreal” ya te hace viajar en el tiempo. Es ese dulce que no solo calma antojos, sino que también abre la caja de los recuerdos: meriendas escolares, tardes en casa de la abuela y reuniones familiares donde siempre había un pedacito esperando en la mesa. Pues bien, un joven cubano decidió rescatar esta joya gastronómica y traerla de vuelta a nuestras vidas… y a nuestras cocinas.
El protagonista de esta delicia es Yusniel Benítez González, mejor conocido en Instagram como @lasrecetasdelrubio. Con su estilo relajado, divertido y muy “de la casa”, se ha ganado a miles de seguidores compartiendo recetas que tienen sabor a tradición. En su más reciente video, Yusniel se metió entre harina, azúcar y dulce de guayaba para preparar un “matahambre” que, como él mismo dice, “está en el ADN de cualquier cubano”.
Y es que ver a Yusniel cocinar es como sentarte en la cocina de un amigo de toda la vida. Te explica, se ríe, te suelta frases que parecen sacadas de un domingo en familia… y, de paso, te enseña a hacer este clásico que en algunas zonas de Cuba llaman masarreal. Él lo deja claro desde el principio: “Esto no es para hacer dieta, esto es para recordar”.
Para los que ya están salivando, aquí va la lista de ingredientes que Yusniel comparte con sus fans:
- 200 ml de aceite
- 400 g de azúcar
- 3 huevos
- 500 g de harina
- Polvo de hornear
- 30 g de leche en polvo (disuelta para ajustar textura)
- Dulce de guayaba en lonchas finas
La preparación es tan sencilla como deliciosa: mezclas todo —menos la guayaba— y vas agregando la leche poco a poco hasta que la masa tenga la textura ideal. Luego, divides en dos partes: una para la base, sobre la que colocas las finas lonchas de guayaba, y la otra para cubrir y sellar el antojo.
Pero ojo, que aquí viene el truco del maestro: el horneado. Yusniel aconseja hacer la clásica “prueba del palillo” para saber si ya está listo. Si el palillo sale limpio, ¡hora de apagar el horno y dejar que el aroma inunde la casa!
El video no solo abrió el apetito, sino también el corazón de quienes lo vieron. Muchos comentaron cómo este dulce les recordó a las meriendas de la escuela, a las visitas a casa de la abuela y a esos tiempos en que un pedazo de matahambre podía alegrarte el día entero. Una receta que, más que un postre, es un pedazo de historia cubana servido en bandeja.