En Sancti Spíritus, abrir la llave del agua se ha convertido en una ruleta rusa… pero en lugar de premios, lo que sale son larvas, sedimentos y hasta caracoles. Sí, así mismo. Lo que debería ser agua limpia y potable llega turbia, con olor desagradable y bichos nadando como si aquello fuera un acuario improvisado. Y, como era de esperar, los vecinos están que arden de indignación.
Las autoridades reconocen el problema, pero la explicación que dan no deja a nadie tranquilo: culpan a la sequía y a los problemas en las fuentes de abasto. El detalle es que no hablan de una solución inmediata. Es decir, los espirituanos tendrán que seguir lidiando con un agua que más que refrescar, da miedo.
Los testimonios recogidos por el noticiero VisionEs del periódico Escambray son de película de terror. Una vecina dice sin rodeos: “En mi casa el agua llega negra”. Otra cuenta que los inspectores de vectores revisan los tanques, encuentran “bichitos” y amenazan con multas… pero esos bichos ya vienen en el agua desde la tubería. Incluso en escuelas, donde los tanques se llenan con recipientes limpios, aparecen larvas flotando.
El inventario de horrores es largo: gusarapos, caracoles, larvas de mosquito… todo saliendo directamente de la llave. Y aunque parezca exagerado, hay fotos y videos circulando que lo confirman.
Roberto Nápoles, director de la Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado, admite que el municipio cabecera es el más afectado. La razón, según él, es que a diferencia de otras zonas que usan agua de pozos, Sancti Spíritus depende de ríos y presas que ahora están bajo mínimos por la sequía.
La planta potabilizadora de Yayabo, diseñada para bombear 283 litros por segundo, apenas llega a 100. Eso significa menos cantidad y, por desgracia, peor calidad. El agua llega con olor, sedimentos y color extraño, a pesar de que están aumentando las dosis de cloro.
Se han hecho limpiezas de tuberías, desagües y cloraciones en barrios como Kilo 12, y aunque en algunos casos el agua mejoró un poco, la realidad es que el problema sigue y la sequía no piensa dar tregua.
Los camiones cisterna tratan de salvar la situación, pero la demanda es cada vez mayor. En un año, el número de personas que dependen de ellos se duplicó: de 40 mil a más de 80 mil.
Mientras tanto, en redes sociales llueven las denuncias y los memes. Algunos vecinos aseguran que de sus llaves han salido hasta peces pequeños. Parece broma, pero es el retrato de una crisis hídrica que mezcla sequía, falta de infraestructura y un malestar social que no para de crecer.