La noche del 9 de agosto, la violencia volvió a golpear a Palma Soriano, en Santiago de Cuba, dejando a tres personas heridas en el Policlínico Sur. Entre ellas, una enfermera que recibió varias puñaladas en el pecho mientras cumplía su turno. La trasladaron de urgencia al Hospital Provincial Saturnino Lora, donde fue operada de inmediato para salvarle la vida.
Según la versión oficial difundida por la página Héroes del Moncada, ligada al Ministerio del Interior, el agresor fue un joven cuentapropista de 32 años que entró armado con un cuchillo y atacó a la enfermera, a un custodio y a otro ciudadano presente en el lugar. La nota asegura que no conocía a las víctimas y que no tenía antecedentes penales.
Pero en las redes, muchos desmienten el cuento del régimen. Vecinos aseguran que la policía no lo detuvo: “Si la gente del policlínico no le cae a golpes y lo amarra, todavía estuviera en la calle”, escribió un usuario indignado. Otros señalan que se llamó varias veces a las autoridades, pero —como ya es costumbre— aparecieron cuando todo había pasado.
El comunicador independiente Yosmany Mayeta Labrada fue de los primeros en denunciar el hecho, recogiendo testimonios de vecinos que describen a la enfermera como “una persona muy buena” y relataron que el atacante primero la agarró por el cuello y luego la apuñaló varias veces, sin que existiera relación alguna entre ellos.
En medio de la confusión, no faltaron quienes sospechan que el agresor estaba bajo los efectos de drogas. Lo cierto es que el episodio ocurre en un clima cada vez más violento, alimentado por la crisis económica, los apagones, la desesperación social y el creciente consumo de sustancias.
La indignación en redes no se hizo esperar. Muchos denuncian la impunidad reinante y la descomposición institucional: “No es el primer caso en Palma y las autoridades no hacen nada. La ley aquí solo es dura para el que mata una vaca, no para el que agrede a un ser humano”, comentó otro usuario, poniendo el dedo en la llaga de la corrupción y el abandono estatal.
También se alzó la voz por la vulnerabilidad del personal sanitario, obligado a trabajar sin recursos, con salarios miserables y ahora expuesto a ataques físicos. “Muy triste lo que pasó… y esto no es aislado, se repite en otras provincias”, lamentó otro internauta, recordando que no se han tomado medidas reales para protegerlos.
Mientras las autoridades dicen seguir “investigando” el caso, la gente de Palma Soriano sigue conmocionada y con una certeza amarga: en la Cuba de hoy, la violencia ya es parte de la rutina, y el Estado mira para otro lado.