Lo que empezó como un simple “arreglito” terminó destapando una realidad insólita y, de paso, otra muestra del desastre que vivimos en Cuba. Una mujer llevó a reparar el colchón de su mamá y, para sorpresa de todos, el tapicero encontró que estaba relleno… ¡de hierba seca!
El momento quedó registrado y compartido en TikTok por la usuaria zol.arias, quien mostró cómo, al abrir el colchón, salió a la luz ese relleno tan poco ortodoxo. El artesano, con la calma de quien ya ha visto de todo, comentó que no era la primera vez que se topaba con materiales así, y que había encontrado incluso cosas peores.
Durante el arreglo, se cambiaron los muelles dañados por otros nuevos, se sustituyó la hierba por guata y se le puso un forro reluciente. Al final, el resultado fue un colchón casi nuevo, hecho a partir de piezas rescatadas de dos colchones distintos. Todo eso costó 10 mil pesos cubanos, que aunque parezca mucho, en este país es más barato que intentar comprar uno nuevo.
La familia quedó aliviada al deshacerse de ese relleno antihigiénico, pero también consciente de que este tipo de hallazgos son consecuencia directa de la miseria y el abandono que el régimen ha sembrado en todos los rincones de la vida cotidiana.
En Cuba, reparar colchones no es una opción “eco” ni una moda vintage: es pura necesidad. Comprar uno nuevo puede costar hasta 30 mil pesos, el equivalente a varios meses de salario, y eso si tienes la suerte de encontrarlo. Las tiendas estatales casi nunca tienen inventario, y los que venden en MLC están fuera del alcance de quienes no reciben divisas.
Por eso, el oficio de tapicero sigue vivo en los barrios: ellos son quienes, con ingenio y herramientas básicas, logran que la gente duerma sobre algo más digno que un amasijo de hierba o retazos viejos. En un país donde hasta descansar bien se ha vuelto un lujo, estos artesanos son los verdaderos salvavidas del sueño cubano.