El Instituto Nacional de Migración (INM) de México comenzó a ponerle lupa a los integrantes de la caravana migrante conocida como “Éxodo de justicia”, con la idea de registrar a cada uno y decidir qué opciones tendrán para regularizar su situación.
La presidenta Claudia Sheinbaum dijo que las alternativas van desde ser devueltos a sus países hasta conseguir empleo en territorio mexicano. Pero para muchos, en especial los cubanos, esa “posibilidad” suena más a promesa que a realidad, porque la experiencia les ha enseñado que los gobiernos prometen mucho y cumplen poco.
Según contó Keyla, una migrante venezolana, este sábado funcionarios del INM y del Grupo Beta Sur llegaron a la unidad deportiva “Salomón González Blanco” en Escuintla, donde descansaba el grupo, para empezar el registro y verificar datos personales. La mayoría son de Cuba, Venezuela, Haití, Ecuador y Centroamérica.
Aunque algunos temieron que se tratara de una trampa para detenerlos, aceptaron responder preguntas y esperar la respuesta oficial. Eso sí, dejaron claro que, pase lo que pase, la madrugada del domingo reanudarían su camino hacia Mapastepec, un trayecto de unos 35 kilómetros.
En medio del éxodo, las historias personales reflejan la dureza de la migración. Una pareja ecuatoriana, Johnny Fabricio y Jennyfer Magdalena, padres de una bebé mexicana de ocho meses, pidió públicamente a Sheinbaum que les condone una multa de 44 mil pesos por regularizarse por vínculo familiar. “No tenemos ni para comer, menos para pagar eso”, lamentaron. Viajan con dos hijos más, luego de que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados les negara el estatus y ante la imposibilidad de encontrar trabajo.
La caravana, formada por cientos de migrantes, arrancó el pasado miércoles desde Tapachula, Chiapas, rumbo al norte del país, buscando una reubicación o vías legales para migrar. Entre ellos hay decenas de cubanos que, tras meses atrapados en el sur de México y sin papeles, han visto cómo el régimen de La Habana no mueve un dedo por ellos.
Muchos ya han dejado atrás el “sueño americano” porque la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el endurecimiento de las políticas migratorias de EE.UU. les cerró la puerta. Ahora, el objetivo es llegar a ciudades como Monterrey o la Ciudad de México, donde aspiran a acceder a visas de trabajo en países como Canadá, Alemania, Australia o Suiza.
Para los cubanos en esta travesía, esta caravana no es solo un viaje: es una huida desesperada de un país que les roba el futuro y un intento por encontrar en otro rincón del mundo lo que la isla nunca les dará: estabilidad, oportunidades y dignidad.