El dólar volvió a sacarle varios cuerpos de ventaja al peso cubano, cerrando la semana con un nuevo récord en el mercado informal: 399 CUP por unidad, a solo un paso de reventar la barrera psicológica de los 400. En solo dos días, la divisa estadounidense subió dos pesos, dejando claro que la tendencia es al alza y que no faltará mucho para que se acerque al valor del euro.
Este repunte no es casualidad. Es el reflejo directo de la debacle económica que vive el país, donde la moneda nacional se desploma sin freno y la confianza en ella es prácticamente inexistente. La escasez de divisas en los bancos y CADECAs, la inflación desbocada, el desplome de la producción interna y la creciente necesidad de dólares para importar, viajar o simplemente resguardar ahorros, empujan cada vez más el precio hacia arriba.
El impacto de esta subida se siente de inmediato en los bolsillos: todo lo que depende de importaciones se encarece, desde la comida hasta los artículos de higiene, aumentando la brecha entre quienes pueden acceder a divisas y quienes sobreviven con salarios en pesos. Es un golpe que profundiza la desigualdad y deja a la mayoría de los cubanos atrapados en una carrera imposible contra los precios.
Mientras tanto, el euro se mantiene estable en 445 CUP, y la Moneda Libremente Convertible sigue en 210 CUP, después de semanas de altibajos. Sin embargo, la estabilidad de estas cifras no es señal de mejora, sino de un estancamiento en medio del desastre.
A mediados de julio, el primer ministro Manuel Marrero Cruz prometió un nuevo “mecanismo” para gestionar y distribuir divisas en la segunda mitad del año. Lo presentó como parte del “Programa de Gobierno para corregir distorsiones”, ese eufemismo que el régimen usa para maquillar fracasos. Hablan de transformar el mercado cambiario oficial y “optimizar” el reparto de divisas generadas por las empresas estatales, pero lo cierto es que el mercado informal sigue dictando la ley y el peso sigue en caída libre.
En la vida real, la economía de la isla se sostiene principalmente por las remesas enviadas desde el exterior. Son los emigrados quienes mantienen a flote millones de hogares, mientras el régimen sigue exprimiendo la moneda extranjera para sostener su aparato, sin ofrecer soluciones reales a un país que cada día se hunde más en la miseria.
Aquí, más que una cifra, el dólar a 399 es un termómetro de la crisis… y todo apunta a que la temperatura seguirá subiendo.