El régimen cubano, en plena cuenta regresiva hacia el centenario de Fidel Castro, acaba de sacar del baúl una de sus frases más intimidantes. Y no, no es un recuerdo nostálgico de la Sierra Maestra, sino una advertencia en toda regla: “Si la Revolución se frustra… solo podría triunfar sobre la base de un mar de sangre”. La cita, de 1959, apareció en la cuenta oficial del periódico Granma y dejó claro que la amenaza sigue vigente, casi siete décadas después.
No se trata de historia ni de simple homenaje. Como bien lo dejó saber Miguel Díaz-Canel, esto es traer a Fidel “a este momento” y usarlo como escudo ideológico. El mensaje es claro: en tiempos de crisis, se agita el fantasma del “líder histórico” para reforzar la línea dura.
Pero ojo, que la crisis no es cualquier cosa. Hablamos de apagones que duran 20 horas o más, inflación que se dispara sin freno, estanterías vacías, salarios que no alcanzan para nada y una pobreza que no deja respiro. Y mientras tanto, GAESA —el conglomerado militar que controla medio país— acumula un capital estimado en 18 mil millones de dólares, suficiente para tapar muchos huecos… pero que se queda bien guardado en manos de la élite.
El culto a Fidel va más allá de las redes sociales. Ahí está su costoso museo en una mansión del Vedado, inaugurado en 2021, donde se imparten talleres “educativos” para niños de 6 a 14 años. Claro, educativos para aprender a repetir de memoria discursos oficiales y actuar como guías que recitan la versión estatal de la historia. Todo un curso intensivo de adoctrinamiento infantil.
La famosa frase del “mar de sangre” no es un eco del pasado: es un manual de actuación para el presente. Lo vimos el 11 de julio de 2021, cuando miles salieron a las calles pidiendo libertad y comida. La respuesta fue la misma que insinuó aquel discurso de Guantánamo: represión, arrestos y militarización.
Lo más irónico es que en ese mismo discurso de 1959, Fidel aseguraba que la revolución no era “para que mande un grupo de hombres” y que en Cuba se acababan la politiquería y la hipocresía. Incluso hablaba de un país “tan rico” que podía alimentar a 30 millones de personas. 66 años después, la realidad es un espejo roto de esas promesas.
Hoy, el pueblo vive sin luz, sin comida y sin esperanza, mientras los que mandan siguen agitando a un Fidel de bronce para justificar que nada cambie. Y si algo ha dejado claro la historia reciente, es que esa amenaza del mar de sangre está lista para cumplirse, con tal de que el poder no se escape de sus manos.