Una noticia triste y, lamentablemente, no aislada, vuelve a poner bajo la lupa la situación de las cárceles cubanas. Abraham Carmenates Hervás, un joven de apenas 25 años, murió en la madrugada del jueves 8 de agosto en la prisión de máxima seguridad de Boniato, en Santiago de Cuba. La causa: un ataque de epilepsia. Lo más grave, según denuncian sus familiares, es que no recibió la atención médica que necesitaba.
Abraham vivía con epilepsia diagnosticada y sufría crisis recurrentes. No era un caso desconocido para las autoridades: varias veces fue trasladado al Hospital Provincial, pero cada vez lo devolvían al penal, incluso cuando su estado de salud era claramente delicado.
Su familia, preocupada por la fragilidad de su salud, pidió en repetidas ocasiones una libertad extrapenal. Sin embargo, la respuesta oficial fue que estaba “apto” para seguir preso. La información la compartió el reportero independiente Yosmany Mayeta en su página de Facebook.
El testimonio de un allegado duele leerlo: “Lo dejaron tirado como un perro”. Según esta versión, después de su último ataque, solo le dieron un medicamento y lo dejaron en el suelo de la prisión, sin vigilancia ni asistencia médica. Horas después, fue encontrado sin vida.
El episodio habría ocurrido en la madrugada del 8 de agosto, pero hasta ahora no hay un informe oficial que explique la causa exacta de su muerte. Lo que sí se sabe es que Abraham deja un hijo de apenas mes y medio, al que ni siquiera tuvo la oportunidad de inscribir legalmente.
Este caso se suma a una larga lista de muertes bajo custodia estatal en Cuba, un reflejo preocupante de las fallas estructurales del sistema penitenciario. Presos enfermos que no reciben atención médica, condiciones que familiares y activistas califican de inhumanas y un patrón de negligencia que parece repetirse una y otra vez.
Organizaciones de derechos humanos han sido claras: estas muertes no son accidentes, son el resultado de un abandono institucional deliberado. Entre enero y junio de este año, al menos 24 personas fallecieron en cárceles cubanas, según la Iniciativa para la Investigación y la Incidencia (antes Justicia 11J). De esos casos, ocho murieron por la negación de atención médica.
La muerte de Abraham Carmenates no es solo una tragedia personal, sino una denuncia viva de lo que pasa tras los muros de muchas prisiones en Cuba. Una historia que, aunque dolorosa, necesita ser contada para que no se repita.