El exluchador cubano Roberto Limonta, una verdadera gloria del deporte antillano, volvió a poner sobre la mesa la amarga realidad que viven muchos atletas retirados en la isla: promesas rotas, olvido y abandono total por parte del régimen.
En un comentario en Facebook, recogido por el medio independiente Swing Completo, Limonta confesó que desde su retiro del equipo nacional en 1995 le prometieron cambio de casa, de carro y otras “atenciones” que jamás llegaron. “Me ofrecieron muchas cosas, pero no cumplieron nada”, lamentó.
Sus palabras surgieron a raíz del caso del entrenador de Mijaín López, Raúl Trujillo, a quien el gobierno “premió” con un carro usado y en pésimas condiciones técnicas, un gesto que para muchos es otra muestra del desprecio con el que las autoridades tratan a quienes un día llevaron la bandera cubana al podio.
“Yo, Roberto Limonta Vargas, ‘La piedra’ de la lucha libre, apoyo lo que dice el profesor Trujillo, porque estoy viviendo lo mismo”, declaró el exluchador, que hoy sufre las secuelas físicas de su carrera: dos prótesis de cadera, lesiones acumuladas y la soledad como compañera. “Sigo en un quinto piso. Nadie se acuerda de mí, solo mi tristeza me acompaña”, confesó.
Y no hablamos de cualquier deportista: Limonta acumula 15 campeonatos nacionales, dos títulos en Juegos Centroamericanos, tres en Panamericanos, seis medallas en Copas del Mundo y un bronce en el Mundial de Varna 1991, además de un sexto lugar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Sin embargo, su hoja de servicio al deporte cubano no le ha valido ni una vivienda digna.
Su caso no es aislado. Cada vez son más las glorias deportivas cubanas que terminan sus días sumidas en la pobreza y el olvido, mientras el régimen presume en el extranjero de una supuesta “potencia deportiva” que ya no existe.
En 2024, por ejemplo, la histórica baloncestista Margarita Skeet fue encontrada viviendo casi en la indigencia en el Cotorro, sobreviviendo gracias a la caridad de vecinos. Ese mismo año, el exvoleibolista Abel Sarmientos, leyenda de los 80 y 90, murió a los 61 años sin recursos y olvidado.
La lista de historias tristes continúa: Félix Isasi, leyenda del béisbol, pasó sus últimos meses enfermo y sin apoyo estatal, hasta morir en 2024. Y en 2022, la excampeona mundial juvenil de jabalina Marisleysis Duharte denunció que en el INDER “nadie se acuerda de quién soy ni de lo que aporté a la nación”, mientras enfrentaba una enfermedad crónica sin asistencia.
La realidad es clara: en Cuba, una vez que dejas de dar medallas, el régimen te borra de su memoria. Las glorias deportivas terminan en el abandono, y la “gratitud” oficial se esfuma más rápido que las promesas en un discurso.
