En La Habana volvió a repetirse una historia que jamás debería pasar: un bebé de solo cinco meses perdió la vida este lunes, ahogado durante las intensas lluvias que castigaron la capital. El hecho ocurrió en el municipio del Cerro, una de las zonas más golpeadas por la tormenta, y deja al descubierto, una vez más, el abandono criminal del régimen hacia la infraestructura y la seguridad de sus ciudadanos.
Según relataron testigos en redes sociales, un muro cercano a la vivienda del menor cedió ante la presión del agua. La corriente entró como un río desbocado, derribando todo a su paso y arrancándole al pequeño de los brazos a su madre. Ella, en ese momento, intentaba salvar lo poco que quedaba seco en su casa, sin imaginar que en segundos su vida cambiaría para siempre.
La fuerza del agua arrastró tanto al bebé como a la madre, pero fue el niño quien llevó la peor parte. Vecinos y familiares se lanzaron desesperados a buscarlo, hasta que apareció atrapado tras una puerta. Aunque lograron que abriera los ojos tras aplicarle primeros auxilios, el pequeño no sobrevivió. Lo más desgarrador: ese mismo día cumplía cinco meses de nacido.
Bomberos que participaron en el rescate confirmaron que lo sacaron con signos vitales, pero la lucha por salvarlo fue en vano. “Te sacamos con vida, pero no lograste sobrevivir… no sabes cómo nos sentimos”, escribió uno de ellos, visiblemente afectado.
La activista Lara Crofs fue directa en su denuncia: “En Cuba, una tormenta no debería ser sentencia de muerte, pero el deterioro de las casas, la falta de mantenimiento y el abandono oficial convierten cualquier lluvia en tragedia”. Y es que la realidad es que las calles habaneras, llenas de basura y con un drenaje colapsado, se transforman en ríos peligrosos cada vez que llueve fuerte.
Al amanecer, la escena era de desolación: muebles destrozados, muros caídos, restos de todo tipo arrastrados por la corriente. Sin embargo, los medios oficiales guardan silencio, como si ocultar la noticia borrara el dolor de una madre o la indignación de un barrio entero.
En un país donde el régimen presume de “proteger al pueblo”, cada vida perdida por negligencia es un grito contra la mentira oficial. Este bebé no murió por la lluvia: murió por un sistema que hace décadas dejó de cuidar a su gente.
