Este lunes nació en aguas del Atlántico oriental la tormenta tropical Erin, que, según los pronósticos del Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos, podría convertirse en el primer huracán de gran intensidad de la temporada 2025.
A las 5:00 a.m., Erin se ubicaba en la latitud 17.4°N y longitud 34.3°O, a unos 1,105 kilómetros al oeste de Cabo Verde y a más de 3,000 kilómetros al este de las islas de Sotavento. El sistema trae vientos sostenidos de 75 km/h, con rachas más fuertes, y avanza hacia el oeste a 35 km/h. Por ahora, no hay alertas costeras, pero los meteorólogos ya tienen el ojo puesto en su desarrollo.
El NHC advierte que si las condiciones se mantienen favorables —y con el calor que tienen esas aguas, todo apunta a que sí— Erin podría subir a categoría de huracán entre martes y miércoles. El sistema iría girando hacia el oeste-noroeste, buscando fuerza en las temperaturas oceánicas que este año están batiendo récords.
Aquí el papel del anticiclón de las Bermudas será clave: decidirá si Erin se acerca peligrosamente al Caribe o si se desvía mar adentro.
¿Y Cuba qué pinta en todo esto?
Por ahora, nada de pánico. Erin está lejos y no representa amenaza inmediata para la Isla. Pero, como siempre, el Instituto de Meteorología de Cuba (INSMET) ya sacó su aviso oficial, siguiendo el guion: “no hay peligro, pero lo estamos vigilando”. Eso sí, vigilar no significa prevenir. En un país donde los ciclones han sido excusa para improvisar, lo cierto es que la infraestructura sigue tan frágil que cualquier fenómeno medianamente fuerte puede dejarla en ruinas.
Vale recordar que esta temporada ya ha visto cuatro tormentas —Andrea, Barry, Chantal y Dexter— que se disiparon antes de ser huracanes. Erin podría ser la primera en confirmar lo que se temía: 2025 viene con más y más intensos ciclones.
El régimen, por su parte, aprovechará para alardear de su “monitoreo constante” y de la “experiencia” en huracanes, pero todos en Cuba sabemos que cuando llega el golpe real, lo único que sobra son discursos y promesas, mientras lo que falta es electricidad, comida y techos que aguanten.