La Habana volvió a quedar bajo agua este 11 de agosto, cuando un aguacero torrencial se empeñó en recordarle a todos que la capital cubana sigue indefensa frente a cualquier fenómeno meteorológico serio. Calles hechas ríos, carros atrapados y casas con el agua hasta las rodillas fueron el panorama en varios barrios, mientras las autoridades brillaban por su ausencia.
Según el radar meteorológico, un sistema de tormentas bastante agresivo se ensañó con el occidente de Cuba, golpeando especialmente la capital. El diluvio vino acompañado de rayos y truenos, y las zonas bajas —esas mismas que el régimen nunca ha querido arreglar— se convirtieron en trampas de agua. La Vía Blanca, Vento-Lacret y la Avenida del Puerto quedaron colapsadas. Incluso un ómnibus quedó varado, aunque los bomberos intentaban maniobrar sin mucho éxito.
Las imágenes y videos que circularon gracias a vecinos y medios independientes como El Toque muestran la realidad sin maquillaje: viviendas anegadas, gente caminando a duras penas contra corrientes peligrosas y vehículos lanzándose a cruzar como si nada, poniendo vidas en riesgo.
Entre las noticias más alarmantes, en redes sociales comenzó a comentarse un presunto hecho trágico en El Cerro: un bebé de apenas cinco meses habría perdido la vida después de que un muro colapsara y el agua entrara con violencia a su casa. Supuestamente, la madre estaba recogiendo sus cosas cuando ocurrió. Por supuesto, como ya es costumbre, el régimen no ha confirmado nada.
Este episodio se suma a la larga lista de inundaciones recientes. En abril, un aguacero de solo 40 minutos dejó media ciudad bajo agua, incluyendo Centro Habana, Cerro y zonas cercanas al Malecón. En junio, otro temporal hizo lo mismo en el Vedado, recordando que el sistema pluvial de la capital está en ruinas y no aguanta ni una lluvia medianita.
Ahora, con una temporada ciclónica que los expertos advierten será “muy activa” y con alta probabilidad de tormentas fuertes, los habaneros saben que cada nube negra es sinónimo de peligro. Mientras el gobierno sigue mirando para otro lado, la ciudad vive al borde del desastre cada vez que llueve.