En Camagüey, el histórico Hotel Puerto Príncipe bajó la tranca… y no precisamente para una remodelación. El motivo es tan bochornoso como revelador: una plaga de chinches que, según vecinos, ya se pasea tranquilamente por un par de cuadras alrededor de la instalación.
En Facebook, el periodista José Luis Tan Estrada contó que la situación es desesperante. La gente de la zona vive entre apagones eternos y picaduras nocturnas, sin poder pegar un ojo ni de día ni de noche. Como si no bastara con el calor y la falta de luz, ahora hay que dormir acompañado… pero de insectos.
Este nuevo caso es otra muestra del deterioro urbano y la crisis sanitaria que sufre Cuba. La suciedad y la falta de mantenimiento han convertido las ciudades en terreno fértil para plagas que ponen en jaque la salud pública.
Y no es solo Camagüey. En julio, en Santiago de Cuba, las denuncias apuntaron al Hospital Psiquiátrico Gustavo Machín, conocido como “Jagüa”. Un video estremecedor mostró a un anciano enfermo, cubierto de insectos, inmóvil, con la ropa y la cama infestadas. Mientras algunos cuidadores reían, otros se preguntaban si el hombre había desayunado. La mezcla de indiferencia y abandono retrata a la perfección el desastre del sistema de salud estatal.
Las chinches llevan meses multiplicándose por toda la isla: Artemisa, Santiago, Camagüey… viviendas, almacenes, guaguas, oficinas y hasta instituciones estatales. El brote dejó de ser un hecho aislado para convertirse en una epidemia que el Ministerio de Salud prefiere minimizar.
En muchos casos, los centros afectados han tenido que cerrar, fumigar una y otra vez y botar muebles enteros. Y aun así, los rebrotes regresan como si nada, porque el problema no se ataca de raíz. En el hospital de Santiago, pacientes y trabajadores llevaban cinco meses sufriendo una infestación que nadie ha podido erradicar, a pesar de los “esfuerzos” oficiales.
El periodista Yosmany Mayeta, autor de otra denuncia con fotos contundentes, lo dijo claro: no podemos acostumbrarnos a vivir en la mugre, y menos en un hospital. Pero la respuesta de las autoridades es el silencio… o peor, la negación.
Al final, las chinches se han convertido en otro símbolo de la Cuba actual: un país donde el abandono, la desidia y la propaganda oficial pesan más que la salud y la dignidad del pueblo.