El reconocido actor cubano César Évora, que lleva décadas viviendo y triunfando en México, abrió su corazón para hablar de lo que siente cada vez que regresa a la tierra donde nació. Sus palabras, cargadas de nostalgia y tristeza, reflejan una realidad que golpea a miles de cubanos dentro y fuera de la Isla.
En una entrevista para Cubanet, Évora confesó con crudeza: “Me he sentido extranjero en Cuba. Han cambiado muchas cosas, y ya no es el lugar donde crecí. Es una sensación dura y amarga, pero no puedo decirlo de otra manera”. Una declaración que retrata perfectamente la mezcla de dolor e impotencia que provoca ver cómo el país se ha transformado bajo el yugo del régimen, hasta el punto de expulsar emocionalmente a sus propios hijos.
Nacido en La Habana el 4 de noviembre de 1959, Évora estudió Geofísica antes de descubrir que lo suyo no eran los mapas y los minerales, sino los escenarios. Ingresó al ICAIC, donde protagonizó cintas icónicas como Un hombre de éxito y Capablanca. A inicios de los noventa decidió probar suerte fuera de Cuba y llegó a México, donde se convirtió en uno de los rostros más queridos de las telenovelas latinoamericanas. En 1999 obtuvo la nacionalidad mexicana y, desde entonces, ha forjado allí su hogar.
En la entrevista, el actor recordó que su madre sigue viviendo en Cuba, mientras que el resto de su familia está esparcida por el mundo: un hijo en Madrid, otro en Miami y su hija menor con él en México. Esa dispersión, tan común entre las familias cubanas, es una herida abierta que el castrismo ha normalizado con décadas de separación forzada y migración masiva.
Évora admitió que, aunque ama profundamente a su gente, volver a Cuba lo hace sentir desplazado. En cambio, cuando pisa México, el país que lo acogió y donde ha desarrollado gran parte de su carrera, siente que está “en casa”. Un contraste que habla por sí solo del vacío que deja una patria cuando deja de ser libre.
Su testimonio no es solo el de un artista exitoso, sino el de un cubano más que ha tenido que reconstruir su vida lejos de la Isla, cargando con el anhelo de una Cuba que el régimen le arrebató. La suya es la voz de miles que siguen esperando el día en que regresar no signifique sentirse un extraño en su propio país.