En San Antonio de los Baños, Artemisa, amaneció la rebeldía pintada en las paredes justo en medio del circo propagandístico por el 99 cumpleaños de Fidel Castro. Mientras el régimen se gastaba recursos en homenajes y actos oficiales para glorificar al dictador, aparecieron carteles con mensajes claros y sin medias tintas, dejando al descubierto que la gente está harta y que la propaganda no tapa el descontento.
El periodista independiente José Luis Tan Estrada compartió en X las imágenes y reportes de esta acción, atribuida al grupo opositor clandestino #ClandestinosAriguanabo, conocido por desafiar abiertamente al aparato represivo. En Facebook, la activista Odalys H. Rizo resumió el espíritu del mensaje: “Te lo advertí comunista, no vamos a parar, esto es hasta que caiga el maldito comunismo”. Un aviso que, más que amenaza, suena a juramento de lucha.
Las pintadas no dejaron lugar a interpretaciones: “Abajo Fidel”, “Libertad”, “Patria y Vida” y “Martí no era comunista”. Frases directas, cargadas de historia y simbolismo, acompañadas de etiquetas del grupo para dejar claro que la protesta no es improvisada, sino parte de una resistencia que sigue viva, aunque el régimen la quiera enterrar a fuerza de miedo.
El momento elegido no fue casualidad. Golpear la narrativa oficial justo en el día de su máximo culto político es un desafío frontal al mito construido por la dictadura. Mientras en las tarimas oficiales se repetía el mismo discurso vacío, en las calles de San Antonio se pintaba la versión que el pueblo no ve en el noticiero.
No es la primera vez que ClandestinosAriguanabo se juega el pellejo con este tipo de acciones. Sus grafitis, carteles y pintadas han logrado colarse en el espacio público, rompiendo el muro de silencio que el castrismo impone desde hace más de seis décadas. Y aunque las autoridades aún no han dicho nada, ya sabemos que su respuesta casi siempre es la misma: patrullas por las calles, redadas arbitrarias y amenazas a cualquiera que parezca sospechoso.
En una Cuba donde el régimen controla la palabra y la imagen, estos carteles son un recordatorio incómodo de que la voz del pueblo no se borra tan fácil… y que, por mucho que se gasten en propaganda, la rebeldía sigue escribiéndose en las paredes.