En Cuba, perder el contacto con un ser querido es una pesadilla que no debería vivir nadie, pero para una madre de San José de las Lajas, Mayabeque, esta es su realidad desde hace cuatro largos meses. Su hija, Yaimara Sánchez Moreno, simplemente desapareció, y hasta hoy no hay rastro claro de dónde pueda estar. La mujer, desesperada, ha recurrido a las redes sociales para pedir ayuda y que su caso no quede en el olvido.
La historia comenzó hace ya 120 días, cuando el teléfono de Yaimara dejó de sonar. Desde entonces, ha permanecido apagado casi todo el tiempo. Solo una vez alguien contestó: una mujer que dijo llamarse Bárbara y aseguró que Yaimara “está bien”. Pero, ¿cómo creerlo sin pruebas? Para su familia, esa respuesta no basta. Ellos sienten que algo no encaja y que las autoridades no están haciendo lo suficiente.
Yaimara no es de Mayabeque originalmente. Nació en Sagua de Tánamo, Holguín, pero hace tiempo que vive en San José de las Lajas. Su madre cuenta que, además de la preocupación natural, hay un peso extra: Yaimara tiene hijos pequeños que dependen de ella y que, como es de imaginar, no entienden por qué mamá no está.
La denuncia fue presentada hace meses, pero la respuesta policial ha sido vaga: “Está circulada en todo el país”. Suena a algo grande, pero en la práctica, no ha dado ningún resultado visible. Mientras tanto, el tiempo pasa y la incertidumbre se hace más insoportable.
Los familiares no quieren quedarse de brazos cruzados y piden a cualquier persona con información que se comunique a los números 51702516, 51702448 o 63885796. También piden máxima difusión en redes sociales, porque, como han aprendido otros casos en la isla, a veces la única forma de avanzar es que la gente comparta masivamente la información.
Y es que esta no es una historia aislada. En los últimos años, las desapariciones en Cuba han aumentado, y muchas familias terminan volcándose en plataformas como Facebook y WhatsApp para difundir fotos y datos, ante la falta de un sistema de alerta oficial o una cobertura mediática que les dé visibilidad.
Esta autogestión ciudadana se ha vuelto esencial, pero también deja en evidencia un problema grave: la ausencia de protocolos efectivos para la búsqueda de personas. En un país donde cada hora cuenta, las demoras y la opacidad oficial pueden marcar la diferencia entre encontrar a alguien… o no volverlo a ver jamás.
La madre de Yaimara sigue luchando contra el tiempo, contra el silencio y contra la indiferencia. Y mientras tanto, su pedido resuena en redes: que no se detenga la búsqueda, porque la esperanza sigue viva.