En la madrugada de este miércoles 13 de agosto, justo en la fecha que la propaganda oficial se empeña en venerar como el natalicio de Fidel Castro, vino al mundo en Matanzas Milán Daimel Montejo Machado, hijo de Liliana Machado Alfonso, una madre primeriza de 33 años que vivió el momento más especial de su vida.
La noticia fue empujada a redes por la periodista oficialista Yuni Moliner, quien no perdió tiempo en subrayar que el parto ocurrió a la 1:30 a.m., destacando la coincidencia con el aniversario 99 del difunto dictador. Una “curiosidad” que, para el aparato propagandístico, parece más importante que la crisis brutal que atraviesa el país.
Como parte del show, funcionarios locales aparecieron con una canastilla de artículos para el bebé, envuelta en el discurso de “tradición solidaria” que el régimen vende cada 13 de agosto. En un país donde falta hasta el pan de la merienda, este gesto, aunque útil para la madre, huele más a propaganda que a verdadera ayuda.
El aparato oficial no desperdicia ocasión para mezclar la vida inocente de un recién nacido con la exaltación de un dictador que condenó a generaciones enteras a la miseria. Así, lo que debería ser una historia íntima y alegre se convierte en otro episodio del culto descarado que el régimen le rinde al hombre que pidió —con la boca— que no le hicieran culto alguno.
La joven madre declaró sentirse muy bien atendida y agradecida, mientras posaba para las fotos en un escenario claramente montado para que el “nacimiento revolucionario” quedara registrado como parte de la conmemoración.
Pero el circo no se quedó ahí. En Santiago de Cuba, la Unión de Jóvenes Comunistas decidió “honrar” el legado del tirano metiéndose a chapotear en la playa Berraco, como si el socialismo se celebrara a golpe de bañador y selfies.
Y por si faltaba el toque surrealista, el gobernante Miguel Díaz-Canel apareció en redes afirmando que Fidel “sigue vivo” y que “cumple” 99 años, como si fuera una especie de momia digital que sigue respirando ideología rancia y estafas políticas desde ultratumba.
En un país hundido en apagones, hambre y desesperanza, el oficialismo sigue encontrando nuevas formas de hacer el ridículo, mientras intenta vender como épicas las escenas más absurdas. Este 13 de agosto lo dejó claro: entre pañales y discursos, la maquinaria de culto al dictador sigue funcionando, aunque el pueblo ya no les compre el cuento.