El boxeador cubano Billy Rodríguez, medallista panamericano y símbolo de la fuga del deporte esclavizado por el régimen, vive hoy una pesadilla en tierras de libertad. El joven, que en 2022 dio la espalda a la maquinaria deportiva del castrismo, fue detenido en Miami por agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y trasladado a un centro de detención en Broward.
Rodríguez, de 28 años, estaba bajo libertad condicional migratoria con el estatus I-220A, esperando su cita de corte para asilo político fijada nada menos que para 2027. Ahora, su familia teme lo impensable: una deportación directa a la boca del lobo, donde lo esperaría la cárcel y la venganza del régimen que no perdona a los que rompen cadenas.
De los guantes al calabozo
La pesadilla comenzó el domingo 10 de agosto, cuando Billy se dirigía a casa de su suegra a buscar leche para su hijo. Un accidente de tránsito bastó para que la policía lo retuviera y lo entregara a migración sin dejarle ni explicar la situación.
Su esposa, Lisandra Jardines, recibió una llamada que le heló la sangre: «Estoy detenido», le dijo Billy. Ella, con el niño en brazos, corrió a buscar un fiancista y pagar una fianza. Pero al caer la noche, todo cambió: “Eso no depende de nosotros, es cosa de inmigración”, le dijeron.
Desde entonces, Rodríguez permanece en el centro de ICE en Miramar, sin que su familia reciba una explicación clara, a pesar de que su proceso migratorio estaba activo y al día.
Miedo a regresar a la isla-prisión
Lisandra lo tiene claro: “Si lo mandan a Cuba, lo meten preso. Él es un desertor. Tenemos una vida aquí, un hijo que cumple un año el lunes… esto nos está destrozando”.
En 2022, el portal deportivo oficialista JIT, siempre fiel a la propaganda, lo atacó con rabia por su decisión de quedarse en el extranjero, acusándolo de traidor y de abandonar “sus compromisos”. La misma narrativa de siempre: si no sirves al régimen, eres enemigo.
Un futuro brillante interrumpido
En Estados Unidos, Billy había firmado con TBT Promotions y Miguel Cotto Promotions, logrando un récord perfecto de 6 victorias, todas por nocaut. Su entrenador, Franco González, estaba sorprendido al notar su ausencia en los entrenamientos para una pelea por título en septiembre: “No sabía nada hasta que su esposa me llamó para decirme que estaba detenido”.
Su equipo técnico sabe que devolverlo a Cuba sería condenarlo a una celda. “Billy vino a este país para ser libre y cumplir su sueño de campeón. No puede regresar”, recalcó su preparador Eufrasio González.
La trampa del I-220A
Aunque este estatus migratorio permite la permanencia en el país mientras se procesa el asilo, no garantiza protección ante detenciones repentinas. Miles de cubanos se encuentran en este limbo legal, a merced de interpretaciones cambiantes y burocracia.
Un cumpleaños con silla vacía
La detención golpea no solo al atleta, sino también a su familia. “Estábamos preparando la fiesta del primer cumpleaños de nuestro hijo. Ahora todo se vino abajo”, confesó Lisandra, quien ha contratado al abogado Wilfredo Allen para defenderlo.
La esposa lo resume con crudeza: “Deportar a un deportista desertor es como entregarlo con las manos atadas a la cárcel de Cuba”.
“He venido a triunfar”
Antes de todo esto, Billy declaraba a la prensa: “Soy disciplinado, sé lo que valgo y no paro hasta lograrlo”. Un sueño que, por ahora, queda suspendido, mientras enfrenta una pelea mucho más dura que cualquier rival en el ring: la de no ser enviado de vuelta a la isla que un día decidió dejar atrás para siempre.