El veterano actor cubano Jorge Losada, a sus 91 años, pasó este martes por un auténtico calvario médico en La Habana. Una descompensación de salud lo obligó a ser trasladado de urgencia al hospital Calixto García, pero lo que debería ser un trámite rápido se convirtió en una odisea digna de guion… aunque sin nada de ficción.
El relato lo compartió en Facebook el director de arte Luis Lacosta, quien describió el drama que vivieron familiares y amigos mientras luchaban contra la burocracia y el abandono para conseguir una ambulancia. Según contó, pasaron más de tres horas haciendo gestiones inútiles hasta que, por pura insistencia, una funcionaria del servicio 104 se dignó a ayudar y mandó finalmente el vehículo.
El traslado lo realizó un equipo de la Cruz Roja, capacitado para mover pacientes desde pisos altos. Una labor que, por el peso y la movilidad reducida de Losada, era imposible para sus familiares. Lacosta agradeció el buen trato recibido en el hospital, destacando que la doctora que los atendió —con un acento que dejaba claro que no era cubana— actuó con profesionalismo y resolvió la urgencia sin perder tiempo.
Pero la verdadera vergüenza llegó cuando tocó regresar a casa. El personal del cuerpo de guardia se negó a facilitar una ambulancia de regreso, alegando que no querían correr el riesgo de ser asaltados de noche. La orden fue tan inhumana como absurda: “Pongan al paciente en una camilla y esperen hasta la mañana”. Fue solo gracias a la insistencia de los presentes y a la solidaridad de otro equipo que Losada pudo volver a su hogar esa misma noche, cerrando un episodio que Lacosta comparó con una misión imposible.
La historia de Jorge Losada no es un hecho aislado. En los últimos años ha necesitado campañas comunitarias para conseguir alimentos, medicinas, sangre y hasta una silla de baño. Y aunque en julio Lacosta tuvo que desmentir falsos rumores sobre su muerte, la realidad es que su salud es frágil y depende en gran parte de la ayuda de quienes lo quieren.
Losada, un ícono de la televisión y el cine cubano, es prueba viviente de que en la Cuba actual ni la trayectoria ni el prestigio garantizan atención médica digna. El régimen presume de un sistema de salud “ejemplar” para el mundo, pero en la práctica, incluso figuras emblemáticas tienen que enfrentar falta de recursos, trabas absurdas y un abandono institucional que deja claro que, en la Isla, enfermarse puede ser tan peligroso como cualquier otra crisis.
