En Cuba, ser jubilado se ha convertido en un ejercicio extremo de supervivencia. Un video viral está destapando la herida: la pensión mínima, que hoy ronda los 1,500 pesos cubanos —equivalente a unos 3 dólares al cambio informal— apenas da para comprar un par de cositas y, aun así, tiene que durar todo el mes. La historia la contó Sheyla, creadora de contenido desde Matanzas, y no dejó a nadie indiferente.
Sheyla decidió poner a prueba esa pensión mínima y mostrar, con total transparencia, qué se puede llevar a casa con ese dinero. Su conclusión fue tajante: “En Cuba se están muriendo de hambre las personas que viven de una jubilación ya…”. Y para demostrarlo, se lanzó a caminar por toda la ciudad buscando dónde vendieran más barato. Lo que logró comprar da más pena que risa: una libra de frijoles negros, medio kilo de espaguetis, una jaba con cinco panes, un paquetico de refresco para dos litros de piña colada, un paquete de salchichas con siete unidades, un aguacate, una libra de arroz y otra de picadillo.
“Este dinero no alcanza para nada, así que hay que hacer maravillas”, soltó Sheyla con resignación. Y para rematar, lanzó la pregunta a sus seguidores: “¿Ustedes creen que esto dure para un mes entero?”. La respuesta en los comentarios fue un coro de indignación y tristeza.
La publicación cruzó fronteras y usuarios desde Venezuela, Colombia, México, Panamá, Argentina y Puerto Rico hicieron la misma comparación: con 3 dólares, en sus países tampoco se compra mucho, pero lo de Cuba es insostenible. Algunos propusieron sembrar comida o criar animales, pero otros respondieron que en la isla las restricciones y prohibiciones hacen que esa “solución” no sea tan simple.
El problema es que esta pensión mínima de 1,500 pesos (unos 3 dólares) apenas subirá en septiembre, cuando el gobierno aumente las jubilaciones más bajas a 3,056 CUP. Y aunque suene a “mejor que nada”, la realidad es otra: un cartón de huevos ya puede costar 3,900 pesos, o sea, más que la pensión completa. Según el Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana, se necesitan al menos 30,000 pesos mensuales para comer de forma básica.
Historias como la de Orlando Regueiro, un anciano de 83 años que asegura “vivir del aire” porque no tiene dinero para comer, o la de Don Manuel, un profesor universitario jubilado que sobrevive vendiendo jabitas recicladas, se han vuelto tristemente comunes. Incluso medios oficialistas han tenido que reconocer que muchos ancianos salen cada día a vender cigarros, polvorones o frutas para completar sus ingresos.
Al final, el denominador común es el mismo: las pensiones no alcanzan para vivir dignamente y miles de abuelos dependen de la ayuda de familiares o vecinos para sobrevivir. E
