La madrugada del 3 de agosto, la violencia volvió a sacudir a Camagüey. Anyer Ley Montero, un padre de 39 años que soñaba con ver a su hija cumplir los 15, fue asesinado salvajemente frente a la cafetería Monte Sinaí, justo al lado del Hospital Provincial.
Según testigos, una banda del reparto San Ramón lo atacó con una brutalidad que estremece. Palos, puñetazos, cortes con un sable y golpes mortales en la cabeza acabaron con su vida en plena calle. Entre los agresores, la familia reconoce a Cristian García, alias “Chicho el Mono”, un individuo con historial de violencia y acusado previamente de otro asesinato, que increíblemente estaba suelto bajo libertad condicional. Una mujer que acompañaba al grupo habría instigado la emboscada.
Lo más indignante es que, a pesar de que el crimen ocurrió a escasos metros de un hospital, Anyer nunca recibió auxilio médico. El dependiente de la cafetería llamó una y otra vez a la policía, pero los agentes llegaron tres horas después, cuando ya no había nada que hacer.
Un video del asesinato circula en redes sociales. En él se ve claramente a los atacantes, reconocidos por vecinos y familiares. Sin embargo, la policía solo ha arrestado a dos personas, dejando la sensación de que el caso está siendo manipulado.
Los parientes de la víctima aseguran que tanto la Policía como Medicina Legal están encubriendo a los responsables. Hablan de pruebas ocultas, documentos negados y una versión oficial que no cuadra con lo que realmente pasó. “Aquí no hay justicia. Si dices la verdad, te arriesgas a que te metan preso”, confesó un familiar bajo anonimato.
Este crimen es apenas la punta del iceberg. En Cuba, las autoridades suelen mirar para otro lado ante asesinatos, asaltos o pandillas que aterrorizan a los barrios. Pero basta con que un ciudadano se atreva a levantar la voz contra la dictadura, y ahí sí aparecen patrullas en cuestión de minutos.