El oficialismo cubano volvió a presumir de “rigor judicial” en un caso de violencia contra una mujer, pero sin llamar las cosas por su nombre. Según el reporte del canal estatal Canal Caribe, el Tribunal Provincial Popular de La Habana condenó a un hombre por robo con violencia, amenazas, lesiones y violación de domicilio. La sentencia se presentó como un ejemplo de cómo la justicia “protege la tranquilidad ciudadana”, pero lo que en realidad hace es maquillar una verdad que el régimen se niega a reconocer: la violencia de género golpea fuerte en Cuba y no hay voluntad política para enfrentarla de manera seria.
De acuerdo con la información oficial, el acusado irrumpió en la casa de la víctima, la intimidó con un arma blanca, la agredió física y verbalmente y le robó varias pertenencias. El tribunal habló de “multirreincidencia” y dictó sanciones accesorias como el pago de resarcimiento, pero en ningún momento mencionó lo evidente: se trató de un ataque marcado por la violencia de género.
En la propaganda televisiva se insiste en que el sistema judicial cubano actúa con “prevención y rigor”, pero la realidad contradice ese discurso. El régimen nunca ha reconocido la existencia del feminicidio, ni ha tipificado el delito en el Código Penal. Prefieren esconderlo detrás de términos genéricos y estadísticas poco claras, como si nombrar el problema fuera más grave que la tragedia que viven las mujeres en la Isla.
La opacidad es tan grande que el propio gobierno admite tener un registro no público de feminicidios, inaccesible para la ciudadanía. Con ese secretismo, es imposible hablar de prevención o protección real. Ante esa negligencia, plataformas independientes como YoSíTeCreo en Cuba y el Observatorio de Género de Alas Tensas han asumido la tarea de documentar los casos. Lo hacen con pocos recursos, bajo constante vigilancia y presión, pero sin rendirse, porque saben que sin visibilizar el horror no habrá justicia para las víctimas.
Solo en lo que va de 2025, estas iniciativas han confirmado al menos 25 feminicidios, una cifra alarmante que desmonta el discurso triunfalista de la dictadura. El caso más reciente fue el de una joven asesinada en Centro Habana. Su pareja la apuñaló y la dejó abandonada en el baño de la vivienda. Según vecinos, después del crimen, el hombre pasó el día deambulando por la zona como si nada, incluso vendiendo un perro que tenía de mascota.
Ese es el país real: mujeres asesinadas por la violencia machista mientras el régimen prefiere inflar consignas vacías sobre “tranquilidad ciudadana”. Lo que no dicen en la televisión es que en Cuba, la impunidad, el silencio oficial y la falta de voluntad política hacen cómplice al Estado en cada feminicidio.