La localidad de Agramonte, en el municipio de Jagüey Grande, Matanzas, amaneció de luto tras la muerte de un joven que perdió la vida en un accidente eléctrico. El muchacho sufrió una descarga mortal mientras manipulaba una planta generadora, ese recurso al que muchos cubanos se ven obligados a recurrir para enfrentar los apagones interminables que el régimen castrista impone desde hace más de dos años.
El choque fue fulminante, sin dejarle ni un segundo para recibir auxilio médico. La tragedia refleja un problema que se ha vuelto rutina en la Isla: la improvisación forzada por la escasez, donde familias enteras instalan plantas sin condiciones técnicas adecuadas, arriesgando su seguridad para poder encender un bombillo o refrigerar un poco de comida.
Especialistas llevan tiempo advirtiendo que estas plantas no solo representan un peligro eléctrico, sino también un gasto enorme de combustible, un lujo casi inalcanzable en la Cuba actual. A eso se suman los riesgos para la salud, pues la emisión de gases en espacios cerrados ya ha cobrado varias vidas en distintos puntos del país.
Los vecinos de Jagüey Grande lloran la pérdida de un joven que, según quienes lo conocieron, “tenía toda una vida por delante”. Su partida deja un vacío enorme entre familiares y amigos, que hoy reciben el apoyo y las condolencias de toda la comunidad.
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