En Bayamo, provincia de Granma, la tranquilidad de muchos abuelos se vio sacudida por una historia que parece sacada de una novela de engaños. Una mujer, con más mañas que escrúpulos, se dedicaba a estafar a personas mayores fingiendo ser trabajadora social. Su teatro funcionó por un tiempo, hasta que la policía le puso fin a su “negocio” tras múltiples denuncias y alertas en redes sociales.
Según vecinos y familiares de las víctimas, la estafadora no improvisaba. Escogía con cuidado a sus presas: ancianos que vivían solos o en condiciones vulnerables. Con una identificación falsa en mano, se presentaba en las casas haciéndose pasar por funcionaria oficial, ganándose así la confianza de quienes solo buscaban un poco de ayuda.
Su método más común era ofrecer un supuesto “servicio” de cambio de balitas de gas. Tomaba el dinero o se llevaba el equipo con la promesa de devolverlo lleno, pero lo único que dejaba era el vacío y la frustración de los ancianos que confiaron en ella.
El descaro llegó a tal punto que en redes sociales comenzaron a circular mensajes de alerta. Fotos, descripciones físicas y hasta su modo de operar fueron compartidos entre usuarios, y ese detalle fue clave para que más personas se animaran a denunciar. Así, el rompecabezas de sus fechorías comenzó a armarse.
Con esas pruebas en la mano, la policía pudo armar el caso. Tras una investigación que incluyó la revisión de documentos falsos y testimonios de los afectados, lograron ubicarla y arrestarla. La captura, según fuentes locales, fue posible gracias a la cooperación ciudadana, demostrando una vez más que la unión hace la fuerza.
Los vecinos del área no se guardaron palabras: la describieron como una persona “fría” y “sin escrúpulos”, capaz de mirar a los ojos a un abuelo, sonreírle y prometerle ayuda, mientras en realidad solo pensaba en cómo quitarle lo poco que tenía. Un cinismo que indignó a toda la comunidad.
Más allá de esta detención, el caso deja una gran preocupación en el aire: los adultos mayores en Cuba son cada vez más vulnerables. Muchos viven solos, sin redes de apoyo efectivas, y en medio de una crisis económica que los convierte en blanco fácil para estafadores que se las ingenian cada día más.
Las autoridades no han revelado aún el número exacto de víctimas, pero se sospecha que puede ser mayor a lo que se conoce hasta ahora. Lo que sí está claro es que la mujer deberá responder ante la justicia por sus delitos, enfrentando sanciones que podrían incluir penas de cárcel.