La desaparición de Annia Robert Isaac, una madre guantanamera, mantiene en tensión a toda su familia y a la comunidad que sigue el caso a través de las redes sociales. Sus allegados han ofrecido una recompensa de 250 dólares a quien logre ubicarla y mantenerla a salvo hasta que puedan hacerse cargo de ella.
La mujer salió de su casa en la mañana del jueves y desde entonces no se sabe nada de su paradero. Su hija mayor, Leyanet Romero Robert, explicó que Annia sufre problemas de salud mental y que, al momento de desaparecer, estaba bajo los efectos del alcohol, lo cual incrementa el riesgo de que pueda encontrarse en una situación peligrosa.
La desaparecida es madre de tres hijos, entre ellos un niño de 10 años y una bebé de apenas 11 meses, lo que hace aún más dramática la situación. En un mensaje publicado en redes sociales, su hija expresó con desesperación: “Es mi mamá, está enferma de los nervios y salió para Santiago de Cuba diciendo que quería ir a La Habana. Yo estoy muy preocupada, porque tiene a mis dos hermanitos pequeños, uno de 10 años y una bebé de 11 meses”.
La familia ha insistido en que Annia no es una delincuente ni una mala persona, sino una mujer enferma que necesita ayuda. Por eso, pidieron que cualquier persona que la vea la acoja en su casa, le brinde protección y llame de inmediato al número 51554380. La recompensa será entregada a quien aporte información verídica, comparta fotos o permanezca junto a ella hasta que pueda ser rescatada.
El caso ha provocado una ola de solidaridad en la comunidad, que se ha movilizado para colaborar en la búsqueda. Sin embargo, este drama vuelve a poner sobre la mesa una dura realidad: en Cuba no existen protocolos ni sistemas de alerta efectivos para la desaparición de mujeres. Feministas y activistas llevan tiempo denunciando que el régimen no implementa mecanismos de respuesta rápida, ni siquiera difunde alertas a través de los medios oficiales, dejando a las familias prácticamente solas en estas situaciones.
Casos como el de Annia se suman a una larga lista de desapariciones sin resolver en la Isla. Ahí están los nombres de Doraiky Águila Vázquez, una habanera de 48 años desaparecida desde marzo, o el de la niña Maydeleisis Rosales Rodríguez, cuyo rastro se perdió hace más de cuatro años en Centro Habana. También está el caso de Damaris Ricardo Frómeta, de 56 años, desaparecida en 2009 en el municipio Boyeros. Ninguno de ellos ha recibido respuestas claras ni acciones efectivas por parte de las autoridades.
Mientras tanto, las familias siguen cargando solas con la angustia y la búsqueda. En un país donde el régimen controla hasta la última noticia, las desapariciones de mujeres parecen quedar silenciadas, como si fueran simples estadísticas olvidadas, mientras la gente común se organiza y clama justicia en las redes sociales.