“Dejé Cuba para salvar a mis hijos”. Con esa frase contundente, Yadira, una médica cubana de 36 años, abrió su corazón en TikTok para contar la odisea que vivió junto a su familia. Su historia no es solo la de una profesional de la salud, sino la de una madre dispuesta a todo con tal de ofrecerle a sus hijos un futuro sin miedo, con oportunidades y lejos de la asfixia que se respira en la Isla.
Según relató, en Cuba los médicos —a pesar de ser llamados “héroes” en discursos oficiales— ocupan uno de los lugares más bajos de la pirámide social. Mal pagados, controlados y con pocas opciones de prosperar, muchos como ella se ven obligados a buscar una salida, aunque eso signifique empezar de cero en tierras desconocidas.
“Prefería enfrentarme a la incertidumbre antes que quedarme en Cuba, donde lo único seguro era vivir con hambre, impotencia y angustia”, confesó con crudeza. Y es que para Yadira, quedarse en la Isla era condenar a sus hijos a la desesperanza.
Su primera vía de escape fue aceptar una misión médica junto a su esposo. Cumplieron el contrato, regresaron con algunos ahorros, compraron una casita y hasta dieron la bienvenida a su segundo hijo. Pero la felicidad fue breve: durante dos largos años, cada mes solicitaban permiso para salir nuevamente y cada mes las autoridades les decían que no. El control y las trabas burocráticas parecían no tener fin.
Cuando al fin obtuvieron la autorización, decidieron lanzarse a África, esta vez como médicos por cuenta propia. Allí pasaron dos años intensos, enfrentando de todo: enfermedades frecuentes, inseguridad, educación precaria y un ambiente que, según Yadira, no era el ideal para criar a sus pequeños. Pero también fue el lugar donde pudieron ahorrar lo suficiente para soñar más alto.
Con ese colchón económico, dieron el gran salto: emigrar a España con sus dos hijos. Llegaron sabiendo que ejercer como médicos sería casi imposible al inicio, pero con la determinación de trabajar en lo que fuera: desde lavar platos hasta cuidar ancianos. Lo importante era tener paz y libertad.
Hoy Yadira dice que todo ha valido la pena. “Nada se compara con caminar por la calle sin miedo, ir sola al supermercado, ver a mis hijos con educación y salud, o simplemente vestirme como quiera”, asegura con optimismo. Su historia es un testimonio de fe, de coraje y de lo que significa ser madre en tiempos difíciles: arriesgarlo todo por amor.