La angustia de una familia habanera mantiene en vilo a toda una comunidad. Se trata del caso de Julia Amaya Hernández, una mujer de 61 años que desapareció este sábado tras escapar de la sala de psiquiatría del hospital Julio Trigo, en Arroyo Naranjo. Desde entonces, no se sabe absolutamente nada de su paradero.
La primera en dar la voz de alarma fue su nuera, Lisaymi Hernández, quien denunció la desaparición a través de Facebook en el grupo “Personas desaparecidas o perdidas en La Habana”. Según relató, Julia vestía un pulóver blanco, short de mezclilla y sandalias negras, además de llevar un pequeño pellizco en el cabello. Una descripción precisa que busca facilitar cualquier pista que pueda conducir a encontrarla.
La familia, desesperada por obtener información, compartió varios números de contacto para quienes puedan aportar algún detalle: 54971291, 59276396 y 59276491. Cada llamada podría significar un rayo de esperanza en medio de tanta incertidumbre.
Pero este caso ha generado más que preocupación familiar. La activista y periodista independiente Marta María Ramírez se sumó a la denuncia y llamó a activar la etiqueta #AlertaYeniset, una campaña ciudadana que busca visibilizar casos de mujeres desaparecidas en Cuba y presionar a las autoridades a responder. Ramírez recordó que la desaparición ocurrió bajo custodia estatal, dentro de un hospital, por lo que la institución tiene la obligación de acompañar a la familia en la búsqueda.
“Ante una denuncia de desaparición de mujeres podemos como ciudadanía activar nuestras alertas y exigir que las instituciones hagan su trabajo”, insistió la activista. Sus palabras no son solo un llamado a la solidaridad, sino también a la responsabilidad de un sistema que, una vez más, parece darle la espalda a las familias en momentos críticos.
Este episodio se suma a una serie de desapariciones que han marcado las últimas semanas en Cuba. A inicios de agosto, un anciano en Sabanilla, Matanzas, fue encontrado con vida tras cinco días de búsqueda comunitaria. Sin embargo, no todos los finales han sido alentadores: otro hombre de 91 años en Ciénaga de Zapata sigue desaparecido después de más de una semana sin acceso a alimentos ni medicación.
Cada nuevo caso pone en evidencia lo mismo: la ausencia de protocolos oficiales para desapariciones en Cuba. Son las familias, los vecinos y las redes sociales quienes terminan cargando con la responsabilidad de organizar las búsquedas, sostener la esperanza y mantener viva la denuncia pública.
El caso de Julia Amaya no es un hecho aislado, sino un reflejo del vacío institucional que deja a los ciudadanos en total vulnerabilidad. Y mientras la solidaridad logra movilizarse, las familias siguen viviendo la peor pesadilla: no saber dónde está un ser querido.