Los supuestos responsables del asesinato ocurrido el sábado en el Centro Cultural Somos Jóvenes, en Santa Clara, fueron finalmente capturados este lunes por la policía política del Ministerio del Interior. El caso, que estremeció a la ciudad, dejó un muerto y dos heridos en medio de una riña que terminó bañada en sangre.
El anuncio llegó a través del periodista oficialista Henry Omar Pérez, quien en su Facebook soltó la “primicia”, como si se tratara de un logro del sistema. Según su versión, el arresto de los implicados fue fruto del “rápido proceso investigativo”. Una frase más de manual que de periodismo, usada para esconder la podredumbre social que se vive en Cuba.
La retórica de siempre
En su nota, Pérez repitió el estribillo gastado: “No habrá impunidad para quienes priven de la vida a otro”. Palabras huecas que contrastan con la realidad de un país donde el crimen crece a un ritmo descomunal y el propio Estado es el mayor violador de derechos. Ni una sola mención a las causas profundas de esta violencia, mucho menos a la decadencia de un sistema que no garantiza ni seguridad en un centro recreativo.
El hecho ocurrió el sábado por la noche, cuando dos hermanos protagonizaron una bronca dentro del complejo. En medio del enfrentamiento, tres trabajadores del lugar salieron mal parados: uno murió por la gravedad de sus heridas, otro sigue ingresado en terapia intensiva con golpes en la cabeza, y el tercero logró salir del hospital tras recibir una puñalada en la espalda.
Las versiones encontradas
Tras el suceso, corrieron rumores sobre más fallecidos, pero como siempre, el parte oficial minimizó los hechos: un muerto y dos heridos. Los nombres que sí confirmaron fueron los de Michel Medina Gómez, aún hospitalizado, y Yulier Alba Zamora, ya dado de alta.
La propia ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, reconoció en redes que los agresores, identificados como hermanos, escaparon después de la pelea, lo que obligó a desplegar un amplio operativo policial en toda Villa Clara. Una escena digna de película, pero que revela el nivel de descontrol que hay en el país.
Identidad del presunto asesino
De acuerdo con el periodista Mario Vallejo, el principal acusado sería Roberto Carlos Rodríguez, conocido en Santa Clara como “jimagua”. Su apodo no es casual: tiene un hermano gemelo que también estuvo en la trifulca y terminó golpeado.
Más allá del operativo y la propaganda oficial, el crimen desnuda la cruda realidad: Cuba se ha convertido en un terreno fértil para la violencia, alimentada por la miseria, la falta de oportunidades y la desesperanza generalizada. Y mientras la dictadura intenta vestir estos episodios como simples “actos delictivos aislados”, el pueblo sabe que son el resultado directo de un sistema que lleva décadas pudriéndose desde adentro.
