Una brutal riña entre dos hermanos en el complejo recreativo Somos Jóvenes, en Villa Clara, dejó un panorama de terror: dos trabajadores muertos y otros heridos, en un hecho que vuelve a poner en evidencia la falta de seguridad que se respira en las calles cubanas.
El suceso ocurrió la noche del sábado y fue confirmado por la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, quien trató de suavizar el asunto en sus redes sociales, asegurando que hubo una “rápida actuación” del personal de seguridad. La realidad es que la violencia se desató sin control y el saldo fue trágico.
Durante el enfrentamiento, tres trabajadores resultaron heridos. Uno murió casi de inmediato y otro, con graves golpes en la cabeza, no logró sobrevivir en las últimas horas, elevando a dos las víctimas fatales. Un tercer empleado, con una puñalada en la espalda, sigue hospitalizado pero estable.
Los atacantes, conocidos como “Los Jimaguas”, hermanos Rafael y Roberto Carlos, escaparon tras la riña. Vecinos aseguran que uno de ellos había sido deportado de Estados Unidos apenas tres meses atrás. La policía dice estar “buscándolos”, pero lo cierto es que, como casi siempre, van muy por detrás de los hechos.
Mientras tanto, y para colmo de cinismo, se supo que la Primera Secretaria del PCC en Villa Clara, Susely Morfa González, ordenó mantener abierto el centro recreativo para aparentar “normalidad” y esconder la gravedad del asunto. El administrador, Arturo Hernández, transmitió la orden a los trabajadores, pero la mayoría se negó a regresar, mostrando solidaridad con sus compañeros agredidos y, sobre todo, miedo ante un lugar que ya no les ofrece seguridad alguna.
Y la ola de violencia no se limita a Santa Clara. En Santiago de Cuba, en plena calle Trocha, un hombre atacó a varias mujeres a plena luz del día. Según la denuncia del periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, el agresor derribó a una de ellas de tantos golpes, arrastró a otra por el pelo y le propinó tremenda paliza en el rostro a una tercera. Para completar la escena, otro individuo le pasó un cuchillo de grandes dimensiones para que intimidara a quienes intentaban intervenir. El pánico fue total.
Como si fuera poco, en La Habana un ómnibus urbano fue apedreado en plena madrugada por desconocidos, sumando otro episodio a la creciente lista de hechos violentos que estremecen al país.
La cruda realidad es que la inseguridad en Cuba está desatada, y las autoridades del régimen prefieren tapar el sol con un dedo antes que admitir su incapacidad para garantizar la tranquilidad de los ciudadanos. La violencia callejera crece, los cuerpos represivos se concentran en vigilar a opositores y reprimir protestas, pero cuando se trata de proteger al pueblo de verdad, miran para otro lado.
