En Cuba los homenajes a Fidel Castro nunca fallan… siempre logran rozar lo absurdo. De entre el mar de publicaciones que estos días ha inundado las redes por el supuesto 99 cumpleaños del dictador, una llamó especialmente la atención por su tono descaradamente lujurioso.
Resulta que una agente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) decidió “ponerle sazón” al homenaje y terminó convirtiéndolo en un espectáculo surreal.
Con el uniforme perfectamente planchado, gafas oscuras y una pose de fotonovela, la oficial acarició con mano sensual un mural con la cara envejecida del difunto comandante. Para rematar, escribió en sus redes sociales: “De todas las noches que te toco, hoy te siento vivo”.
Sí, así mismo: la patrullera confesó que “toca” al fantasma del dictador todas las noches, aunque parece que solo en ocasiones siente que todavía respira desde la tumba. Espeluznante, o como diría cualquiera hoy: creepy.
En su exaltación romántico-revolucionaria, la oficial aseguró que Castro “tiene 100 años más de vida por la lucha de Cuba” y lo llamó “padre”, en un discurso que mezcla luto, erotismo reprimido y fanatismo político. Un Freud casero estaría frotándose las manos con tanto material de psicoanálisis tropical.
La foto no pasó inadvertida. Difundida por el periodista Mario J. Pentón, dejó claro que la protagonista pertenece a las patrullas del MININT. Y con su publicación, terminó convertida en la nueva embajadora del sexting necrofílico de la dictadura, un engendro raro entre la propaganda castrista y las fantasías calenturientas de los represores del régimen.
El culto a la personalidad de Fidel ya había mostrado desvaríos grotescos, pero este episodio subió la parada. Basta recordar a los muchachones de la UJC en Santiago de Cuba dándose un chapuzón en la playa El Berraco como “homenaje al comandante”, o a Raúl Torres repitiendo en canción su eterno “papá, qué falta nos haces”. Ahora, con la patrullera de los tocamientos, el disparate tomó forma carnal.
Mientras el pueblo sufre apagones, hambre e inflación, los soldados del castrismo prefieren perderse en fantasías eróticas con un difunto. Porque claro, en la Cuba oficial, “tocarse” con la imagen del comandante también cuenta como deber revolucionario. Y así anda el país: sin pan, sin luz, pero con una policía que se derrite ante un fantasma en piedra y cenizas.