La noticia sacudió a la comunidad en Orlando: un cubano, con antecedentes por abuso sexual a una menor, fue arrestado por las autoridades migratorias de EE.UU. y ahora enfrenta una orden final de deportación. El hombre, cuya identidad no fue revelada, ya había cumplido 12 años de cárcel y no es la primera vez que está en problemas con la justicia.
El operativo fue conjunto entre la Patrulla Fronteriza (USBP) y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), y según reportaron, el arresto se realizó sin incidentes. Lo que sí trascendió fueron las fotos del sujeto, publicadas por las autoridades, y el historial que incluye una condena previa por tráfico de cocaína, además de la mencionada orden final de deportación.
Michael W. Banks, jefe de la Patrulla Fronteriza, fue directo en su mensaje en la red social X: “Este delincuente sexual ya está fuera de las calles de Orlando”. Ahora, la ejecución de su expulsión está pendiente, aunque la realidad de los cubanos con antecedentes penales en EE.UU. muestra que estos procesos no siempre son sencillos.
De hecho, este arresto se suma a una serie de detenciones de cubanos con graves antecedentes en Florida. En junio, por ejemplo, detuvieron a un hombre en Hollywood con condenas por secuestro y delitos sexuales contra menores, además de múltiples arrestos menores. Solo un mes después, otro cubano con 20 años de cárcel cumplidos por agresión sexual a mano armada fue arrestado en el estado, a pesar de que su deportación había sido ordenada desde 1999.
Incluso en Miami, un cubano con historial “alarmante” —condenas por conducta indecente con menores, prostitución y robo— fue presentado por Banks, a pesar de que su deportación había sido ordenada en 2012 y nunca se concretó. Estos casos evidencian que el sistema migratorio enfrenta retos enormes para sacar del país a individuos con antecedentes criminales.
La detención de este cubano en Orlando reabre un debate que no es menor: más de 42,000 cubanos en EE.UU. tienen órdenes finales de deportación, pero la negativa del gobierno de La Habana a recibir a quienes tienen antecedentes penales o que salieron antes de 2017 ha complicado todo. En algunos casos, Washington ha tenido que enviar a los detenidos a terceros países, como sucedió con la deportación exprés de dos cubanos hacia Sudán del Sur en mayo pasado.
Mientras tanto, estos arrestos muestran la estrategia federal: mano dura contra inmigrantes indocumentados con condenas graves, lo que algunos llaman “lo peor de lo peor”. Sin embargo, también deja un limbo migratorio que afecta tanto a los detenidos como a sus familias, atrapados entre la justicia estadounidense y la negativa del régimen cubano a readmitirlos.
