El siempre polémico Sandro Castro, nieto del dictador Fidel Castro, vuelve a encender las redes, esta vez con un proyecto musical que mezcla show, extravagancia y un intento de colarse en el mundo del entretenimiento digital.
En su cuenta de Facebook soltó la primicia: el próximo 28 promete que “se paralizan las redes” con el estreno de un videoclip titulado “El Vampimundo – La Cristach, El Vampirach, Los hijos de Obbatalá”. La producción, según adelantó, cuenta con el respaldo de una disquera cubana y apuesta por una estética urbana cargada de referencias religiosas y personajes de fantasía.
El anuncio llega en un momento en que Sandro Castro sigue siendo recordado no por talento artístico, sino por su estilo de vida ostentoso en una Cuba donde la mayoría apenas sobrevive. Dueño de bares y discotecas en La Habana, su fama ha estado marcada por la exhibición descarada de lujos en un país hundido en la miseria, lo que lo ha convertido en uno de los rostros más rechazados de la farándula digital cubana.
Con este nuevo paso, el nieto del tirano intenta reinventarse: de empresario de la noche a “productor cultural” y figura del entretenimiento online. Su estrategia parece clara: usar el apellido heredado y el poder de las redes sociales para venderse como creador de tendencias entre los jóvenes, en un terreno dominado por el reguetón, las fusiones urbanas y los fenómenos virales.
El propio Sandro repitió que el 28 “todo se paraliza”, apostando a generar expectativa entre quienes lo siguen y, sobre todo, entre quienes lo critican. Los adelantos de la campaña promocional muestran un estilo irreverente y oscuro, con frases llamativas y visuales diseñados para atraer la atención, aunque muchos lo interpretan como otro intento de llamar la atención a costa de la precariedad que vive la gente en Cuba.
Al final, lo que está en juego no es solo un videoclip, sino el intento de Sandro de lavarse la cara y convertirse en un “influencer” cultural, más allá de su apellido y su fortuna heredada. Habrá que ver si lo logra o si su propuesta termina siendo otro show vacío de un Castro más que vive en una burbuja, lejos de la realidad del pueblo cubano.