En Santiago de Cuba la violencia volvió a golpear fuerte y esta vez las víctimas fueron varias mujeres, atacadas en plena vía pública en la intersección de Trocha y Cristina, ante la mirada de quienes nada pudieron hacer más que quedarse pasmados.
El hecho fue denunciado por el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, quien relató cómo el agresor arremetió con furia: tumbó a una mujer de un golpe, arrastró a otra por el cabello y terminó desfigurando a una tercera con puñetazos en la cara. Todo esto en cuestión de minutos, sin que apareciera un solo patrullero.
Lo más inquietante llegó después. Según testigos, un individuo le pasó un cuchillo enorme al atacante, quien empezó a amenazar a cualquiera que intentara frenar la agresión. El pánico se desató en la zona mientras la Policía brillaba por su ausencia. Ni se sabe si las mujeres quedaron gravemente heridas, ni tampoco si el agresor ha sido detenido.
El periodista acompañó la denuncia con fotos que, aunque borrosas, muestran la magnitud de la violencia. Pidió a los ciudadanos colaborar para identificar a los responsables, porque está claro que de las autoridades no se puede esperar mucho.
En redes sociales, los santiagueros estallaron de indignación. Una vecina preguntó con rabia: “¿Dónde está la PNR? ¿Qué hacen? ¿Cómo se ganan el salario que les paga el pueblo?”. Otro usuario fue más directo: “Vergüenza de provincia, aquí nadie hace nada”. La sensación general es de impotencia y abandono.
Este ataque no es un hecho aislado. En Santiago, la violencia callejera viene creciendo a niveles alarmantes. Hace pocos días, dos apuñalamientos estremecieron la ciudad en un mismo día. Luego, una trifulca en un taller de celulares dejó imágenes dantescas de hombres peleando como fieras en plena calle. Y, más reciente aún, un vecino fue macheteado sin piedad en otro barrio.
Todo esto refleja lo que los cubanos repiten a voces: el país se ha convertido en tierra de nadie. La gente sobrevive entre apagones, colas, inflación y miedo, mientras la dictadura solo se ocupa de reprimir al que protesta y no al que delinque.
El régimen, incapaz de garantizar seguridad, pretende tapar el sol con un dedo, pero los videos y denuncias en redes sociales muestran la cruda realidad: en Cuba, la violencia y el caos crecen a la misma velocidad que la ineficiencia del gobierno.