Una joven colombiana se volvió el centro de la polémica en TikTok luego de soltar un video donde despotricaba contra su experiencia en Cuba. Lo que tal vez no imaginó es que sus palabras, lejos de pasar inadvertidas, encendieron la chispa y desataron un fuerte debate entre cubanos dentro y fuera de la isla. Muchos vieron en su discurso no solo falta de respeto, sino también ignorancia y un desprecio absoluto hacia la realidad cubana.
En el video, la muchacha soltó frases que dejaron a más de uno con la boca abierta: “Allá la gente es súper sucia, súper cochina”, afirmó con desdén, agregando que en “el mejor hotel de Cuba” pasó una semana sobreviviendo a punta de agua de coco. Su queja también incluyó la falta de internet, pues según ella “TikTok no abre”, y hasta se burló de las creencias religiosas de los cubanos, tratándolas como algo “de hace mil años”, en una clara alusión a la santería.
La joven contó además que le pagaba 20 dólares diarios a un guía local, y luego descubrió que eso equivalía al salario mensual de un trabajador en la isla. En lugar de reflexionar sobre lo injusto de esa situación, lo utilizó como argumento para reforzar sus críticas contra el país, sin detenerse a pensar en el verdadero culpable: un régimen que ha condenado a millones de cubanos a vivir en la miseria más absurda.
Las reacciones no se hicieron esperar. Cubanos en todas partes alzaron la voz para responderle, recordándole que lo que ella vio no es producto de la “suciedad de la gente”, sino de una dictadura de más de seis décadas que ha empobrecido y humillado a todo un pueblo. Una cubana, identificada en TikTok como @lidiadiaz1994, le contestó con una claridad que se volvió viral: “Me sorprende que seas tan bonita y a la vez tan bruta. Sí, hay personas que comen de la basura y no se bañan todos los días, pero eso es por necesidad, no por gusto. Cuba está en dictadura desde hace más de 60 años”.
Otra usuaria, @helenmenendez, le lanzó otra verdad en la cara: “Quería ir a un paraíso y se encontró con una realidad dura. Pero eso no le da derecho a hablar así de quienes están pasando trabajo”. La diferencia entre contar una experiencia y denigrar a un pueblo entero quedó marcada.
La presión fue tanta que la joven colombiana terminó borrando el video, cerrando su perfil y bloqueando todo. Pero ya era tarde: el daño estaba hecho y su video circula en cientos de cuentas. La indignación llegó incluso a su propio país. Muchos colombianos criticaron sus palabras y se disculparon públicamente con los cubanos, dejando claro que esa visión no representa a la mayoría.
Este episodio abrió otra discusión más profunda: la del turismo sin empatía, ese que mira desde arriba, que juzga sin entender y que olvida que detrás de cada “deficiencia” hay un pueblo golpeado por un sistema represivo. Como bien dijo una usuaria en redes: “Una viajera entiende. Una turista juzga”.