La Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, salió este fin de semana a cantar las loas de la moringa, presentándola en redes sociales como un “súper alimento” capaz de salvar la dieta de los cubanos.
En una publicación en Facebook, la institución exaltó las virtudes de la planta, a la que llaman “el árbol de la vida”. Según explicaron, la moringa tendría más proteína que el yogur, más calcio que la leche y más hierro que las espinacas. También aseguraron que aporta más vitamina C que la naranja, más vitamina A que la zanahoria y más potasio que el plátano, además de antioxidantes, fibra y minerales.
El discurso, que recuerda los delirios de Fidel Castro cuando prometía que la moringa iba a resolver el hambre en Cuba, vuelve a aparecer en un momento en que el pueblo sufre una crisis alimentaria brutal, donde lo escaso no son los “súper alimentos”, sino lo más básico: pan, leche, carne o huevos.
La universidad incluso explicó que la planta puede consumirse fresca en ensaladas, en infusiones o en polvo, recomendando su uso regular para aprovechar “todo su potencial nutricional”. En la práctica, lo que están haciendo es empujar otra vez el mismo cuento oficialista: venderle a los cubanos la idea de que una hoja milagrosa puede sustituir lo que el régimen nunca ha podido garantizar.
El impulso de la moringa como salvavidas alimentario no es nuevo. El gobierno destinó 27 millones de pesos a la construcción de la primera planta procesadora de la planta en Cuba, con el supuesto objetivo de diversificar la dieta ante la escasez de productos básicos como la leche. Poco después, anunciaron que incluso galletas de moringa entrarían al menú, como si con eso se resolviera la carestía que agobia al país.
Más adelante, el propio primer ministro Manuel Marrero inauguró una planta de procesamiento en Pinar del Río, celebrando lo que presentaron como un “avance” en la alimentación nacional. Pero la realidad es otra: el pueblo sigue con los estómagos vacíos mientras las autoridades se aferran a inventos que no sacian ni resuelven nada.
El contraste es evidente. Mientras la propaganda universitaria intenta maquillar la realidad con supuestas “soluciones alternativas”, en la calle la gente pelea por un paquete de pollo, sobrevive con lo que aparece y maldice la miseria que dejó el régimen. La moringa podrá tener muchas propiedades, pero lo que no puede hacer es tapar la ineficiencia, el abandono y la falta de comida que sufren los cubanos día tras día.