El comediante cubano Mario Sardiñas, el eterno “Chequera” de Vivir del Cuento, anda por Tampa disfrutando de la vida lejos de la isla. En esa ciudad se le ha visto colaborando con la pizzería cubana Noventa Millas, donde compartió risas y fotos que rápidamente encendieron las redes.
Su presencia en Florida ha levantado sospechas sobre si piensa quedarse definitivamente en Estados Unidos, como ya hicieron la mayoría de sus colegas del popular programa humorístico. Primero fue Andy Vázquez (Facundo), luego se sumaron Omar Franco (Ruperto), Irela Bravo (Cachita), Wilber Gutiérrez (Chacón) y hasta Luis Silva (Pánfilo), el alma del show. Muchos fanáticos sueñan con verlos reunidos otra vez, pero esta vez libres del yugo de la censura en Miami.3
En los comentarios de redes sociales se siente esa nostalgia: “Nos hace falta Vivir del Cuento, ojalá se junten todos en Miami. Queremos verlos otra vez”, escribió un fan, reflejando lo que piensan tanto los cubanos en la isla como en el exilio.
Sardiñas, por ahora, no ha soltado prenda sobre si su visita a Tampa es solo temporal o si dará el paso definitivo hacia el exilio. Tampoco se conoce qué más trae en su agenda, aunque para muchos su silencio es ya una señal.
Lo cierto es que el regreso de Vivir del Cuento en Miami todavía es un sueño en construcción. Sin embargo, la fuerza de la nostalgia, el cariño del público y la libertad de expresión que ofrece el exilio podrían ser los ingredientes que animen al elenco a juntarse de nuevo.
Durante 15 años, este programa fue el respiro humorístico de millones de cubanos, a pesar de que siempre estuvo bajo el ojo controlador de la censura oficialista. El régimen jamás soportó que, entre chiste y chiste, se destaparan verdades incómodas sobre la miseria, el burocratismo y la doble moral que reinan en la isla.
Hoy, tras la salida de sus figuras principales y el inevitable apagón del show, la televisión oficialista quedó huérfana de humor auténtico. En cambio, la diáspora cubana mantiene viva la esperanza de volver a reír con sus personajes favoritos, esta vez sin cadenas ni libretos impuestos por los censores del Partido.