Un campesino de Jobabo, en Las Tunas, fue sorprendido en su finca del barrio El 45 mientras operaba un “tromber”, un molino artesanal usado para extraer oro de la tierra. La materia prima, según dijeron los voceros del régimen, provenía de la minería ilegal.
El caso fue difundido por el perfil oficialista Claridad Tunera, que mostró al hombre en plena faena de molienda. En su publicación, soltaron la típica frase irónica de que la tierra había llegado a la finca “como por arte de magia”, intentando dejar claro que se trataba de recursos ilícitos.
Lo que no cuentan los medios del régimen es que la gente recurre a estas prácticas porque en Cuba ya no hay otra manera de sobrevivir. Con una economía en ruinas y un gobierno que no da respuestas, muchos cubanos se ven obligados a buscar alternativas, aunque sean ilegales, para llevar un peso a la mesa.
Según el reporte, el caso ahora pasará a manos de la “justicia revolucionaria”. Pero todos sabemos cómo funciona eso: castigan al más débil mientras los peces gordos, esos que sí se enriquecen de verdad, siguen intocables.
Los voceros del Partido aseguran que lo ocurrido es solo “un eslabón” dentro de una cadena más amplia de minería ilegal en la región. Y no les falta razón, porque la extracción clandestina de minerales está desatada en el oriente cubano, donde la gente se arriesga no solo a enfrentar a la policía, sino también a dañar el entorno, todo por intentar escapar del hambre y la miseria.
Hace pocos meses, en ese mismo municipio de Jobabo, detuvieron a ocho personas por dedicarse a sacar polvo de oro. También en Santa Clara la policía desmanteló un campamento clandestino en la carretera Maleza, y en Camagüey llegaron a juzgar a más de treinta personas por la misma práctica. Incluso en La Habana, en el Aeropuerto José Martí, frustraron un intento de sacar lingotes de oro en equipaje de mano.