La Empresa Provincial de Alimentos en Matanzas soltó este lunes la noticia de que la producción de pan para la canasta básica y otros consumos sociales está patas arriba por la falta de harina de trigo. Otro capítulo más del desastre económico del régimen, que ni siquiera es capaz de garantizarle al pueblo el alimento más básico: el pan de todos los días.
En su nota oficial, la empresa intentó maquillar el asunto diciendo que como “alternativa” están sacando un panecito de 120 gramos hecho con harina de Mipymes, a 65 pesos cada uno, disponible en todos los municipios. Claro, disponible sí… pero no para todos los bolsillos.
En la capital provincial, para colmo, ofrecen un paquetico de galletas por núcleo familiar a 850 pesos, otra “solución” que solo pone de relieve el descaro con el que el régimen pretende disfrazar su incapacidad.
La UEB Cubana del Pan, según dicen, sigue produciendo, pero la verdad es que no da abasto para cubrir la demanda de la canasta básica normada. Y mientras tanto, la gente se desespera porque la supuesta “medida temporal” solo les trae más gastos y más malestar.
En redes sociales, los matanceros no se quedaron callados. Roberto Rebelde fue directo: “La escasez de vergüenza de directivos y cuadros es lo que más afecta al pueblo en todos los aspectos de nuestra vida social. Vergüenza debería darles que no son capaces ni de garantizarnos un pedazo de pan decente, ni un simple vaso de leche”.
Otro usuario, Luis Yudier Gutiérrez Martínez, estalló: “Una falta de respeto total. Sí, hay pan a 65 pesos y galletas a 850, pero… ¿hasta dónde van a llegar con esa burla al pueblo?”.
Por su parte, Cary Díaz Fariñas no se mordió la lengua: “¿Y los jubilados pueden comprar un paquete de galletas a 850 pesos? La mayoría del pueblo no tiene ese poder adquisitivo. Esto es una vergüenza total”.
Mientras el pan normado se esfuma, las familias tienen que buscar alternativas más caras, lo que multiplica la rabia y el golpe de la inflación en la mesa de cada cubano.
Pero ojo: el problema no es solo en Matanzas. En Santiago de Cuba, las bodegas han intentado tapar el hueco de la harina con picadillo extendido, un invento que indignó a la gente porque deja al desnudo la incapacidad del régimen para garantizar comida básica.
En Ciego de Ávila, el pan normado empezó a venderse en días alternos, lo que desató colas interminables y un descontento que sigue creciendo. En Guantánamo, el gobierno subió los precios del pan, encareciendo aún más un producto que hasta hace poco era de lo poco asequible. Y en Artemisa, la jugada fue racionarlo igual, vendiéndolo en días alternos para “estirar la harina”, lo que en realidad solo estira la miseria de las familias.