El periodista deportivo cubano Raúl Rodríguez volvió tendencia un tema que a todos nos duele, pero que muchos prefieren callar: la doble cara de La Habana. A través de un post en redes sociales, Rodríguez dejó al descubierto, con fotos y palabras, esa contradicción que vivimos los cubanos cada día: una ciudad que brilla para el turismo, mientras se derrumba para sus propios hijos.
Con imágenes captadas tanto desde un ómnibus turístico como en medio de las calles de los 15 municipios, el comunicador mostró un retrato desgarrador: de un lado, hoteles majestuosos levantados con millones; del otro, basureros desbordados, apagones y la miseria pintada en cada esquina.
En su publicación escribió: “Las dos Habana. Una mirable, que resiste, la maquillan de vez en cuando, la hacen resistir; otra que agoniza, duele, pide a gritos que le pasen la mano”. Y lo cierto es que no hay metáfora más acertada para describir lo que pasa en la capital cubana este sofocante agosto de 2025.
Una postal dolorosa
El contraste es brutal. Mientras el régimen apuesta todo a los hoteles de lujo y a las campañas para atraer turistas, los cubanos de a pie lidian con la acumulación de basura, la falta de transporte, el agua que llega a cuentagotas y los eternos apagones.
Las fotos de Rodríguez no son un caso aislado. Cada vez más cubanos usan las redes para mostrar la otra cara de la moneda: barrios enteros en ruinas, edificios que se caen a pedazos y familias que sobreviven con lo mínimo, mientras afuera se vende una imagen de “logros” y “resistencia heroica”.
La Habana, reflejo de una Cuba rota
La pobreza en Cuba ya no se esconde. Se siente en la escasez de alimentos, en los precios imposibles y en la inflación que devora salarios que no alcanzan para nada. La juventud huye en masa, buscando un futuro que la isla dejó de prometer hace décadas.
Las construcciones coloniales que alguna vez llenaron de orgullo a La Habana hoy se desploman sin mantenimiento. Los derrumbes son tan frecuentes que ya casi no sorprenden, aunque dejen familias enteras en la calle. Y mientras tanto, el gobierno sigue culpando al “bloqueo”, en lugar de reconocer su propia mala gestión.
Turismo de lujo vs hospitales en ruinas
Lo más indignante es la paradoja: millones invertidos en hoteles cinco estrellas mientras los hospitales carecen de medicinas y equipos básicos. Los pacientes deben llevarlo todo: desde una jeringuilla hasta antibióticos, porque el sistema de salud “ejemplar” hace años no tiene cómo responder.
Y al final, la conclusión es clara: al régimen no le interesa la miseria de los cubanos. Su prioridad es atraer divisas, mantener el show para afuera y sostener el aparato de poder. Mientras tanto, el pueblo sigue atrapado en la otra Habana, la que no sale en las postales ni en los catálogos turísticos.
