En La Habana Vieja, justo en el corazón del barrio de San Isidro, la casa del artista y activista Luis Manuel Otero Alcántara está al borde del colapso. El Observatorio de Derechos Culturales (ODC) lanzó una alerta este martes sobre el grave peligro de derrumbe que amenaza al inmueble ubicado en Damas 955, un lugar que no es solo vivienda, sino también símbolo de resistencia cultural en Cuba.
El problema no es menor: la casa sufrió un desplome parcial en la planta superior y la estructura completa quedó comprometida. Lo que antes era un espacio lleno de arte, debates y encuentros, hoy corre el riesgo de convertirse en otra ruina más de las tantas que adornan la Habana Vieja, esa misma ciudad turística que venden en los catálogos, pero donde la realidad es bien distinta para sus vecinos.
No se trata de cualquier casa. Este edificio, de estilo ecléctico y levantado en las primeras décadas del siglo XX, fue sede del Movimiento San Isidro (MSI). Allí mismo, en noviembre de 2020, se reunieron artistas e intelectuales durante la famosa huelga que sacudió al país y puso en jaque la narrativa oficial sobre la libertad de expresión en Cuba. Ese pedazo de pared y techo no es solo cemento: es memoria política y cultural.
En redes sociales, el ODC fue claro: “El desamparo en que sobrevive el fondo habitacional en todo el país golpea ahora a un inmueble que ha adquirido una fuerte carga simbólica en la lucha por los derechos culturales y humanos en Cuba”. Y vaya si tienen razón. Mientras miles de cubanos ven cómo sus casas se caen a pedazos sin ayuda alguna, esta vivienda además carga con un peso extra: ser un ícono de resistencia incómodo para el poder.
Recordemos que Luis Manuel Otero Alcántara está preso desde el 11 de julio de 2021. En su ausencia, su casa-galería ha sido dejada a la buena de Dios, en un abandono que el observatorio califica como “deliberado”. Y es que, según ellos, si el régimen no puede destruir el símbolo, prefiere dejar que se caiga solo.
El comunicado también hace una comparación que duele: mientras este espacio independiente se derrumba sin apoyo, los “artistas oficiales” cuentan con locales renovados y respaldos de instituciones estatales e incluso internacionales como la Unión Europea o la UNESCO. Una especie de “blanqueo cultural” que maquilla la represión real con barniz artístico.
El ODC hizo un llamado urgente a la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe, al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y a cualquier organismo internacional que tenga representación en Cuba. La idea es clara: que no miren hacia otro lado y actúen antes de que esta casa, que es testigo de una de las páginas más intensas de la lucha cultural en la isla, se venga abajo para siempre.
Lo cierto es que lo que está pasando en Damas 955 refleja algo más grande: la manera en que la desidia y la represión se combinan en Cuba para destruir tanto la vida cotidiana como los símbolos de libertad.
