En medio del hambre, la inseguridad y la desesperanza que se respira en Cuba, un gesto sencillo de humanidad en Santiago de Cuba ha logrado encender una chispa de esperanza en una familia humilde y en todo un barrio golpeado por la crisis.
El periodista independiente Yosmany Mayeta compartió en redes la historia de Odelkis Baró Mustelier, una joven de 30 años que decidió donar su bicicleta a Yoeldis Zayas Suárez, un padre trabajador de la barriada de Altamira, después de que este perdiera la suya en un robo dentro de la misma iglesia donde vive.
Un robo que dejó a un padre sin sustento
La bicicleta de Yoeldis no era un lujo, sino su herramienta de vida. Con ella cargaba pan de madrugada para venderlo y así poder alimentar a sus dos hijas pequeñas. Sin embargo, la semana pasada delincuentes forzaron la puerta del templo y se llevaron el vehículo, que ya estaba cargado con una caja de pan lista para la venta.
“Creo que pudieron ser vecinos del barrio, pero no puedo asegurar nada”, contó el afectado, quien incluso ofreció una recompensa para recuperarla.
El robo, además de dejar a este padre sin su medio de sustento, desató indignación en Altamira. Muchos vecinos denunciaron que los robos en Santiago de Cuba están a la orden del día, mientras la Policía brilla por su ausencia y el régimen sigue mirando hacia otro lado, dejando a la gente en total desprotección.
Una respuesta desde el corazón
Cuando la historia de Yoeldis se hizo viral, Odelkis no lo pensó dos veces: entregó su propia bicicleta.
“Desde niña fui muy pobre, mi madre vendía caramelos y maní en las fiestas para mantenernos a mí y a mi hermana. Este muchacho me recordó a ella, luchando honradamente para dar de comer a sus hijas. No quiero que esas niñas pasen hambre porque su papá se quedó sin bicicleta”, confesó al hacer la entrega.
Su gesto no solo resolvió la necesidad inmediata de una familia, sino que también dejó una lección que caló hondo en la comunidad.
“Hoy yo puedo ayudar, mañana quizás él sea quien me ayude a mí. El dinero no vale más que las buenas acciones y un corazón limpio”, dijo Odelkis, dejando claro que la solidaridad puede más que la miseria impuesta por el sistema.
Una lección para todos los cubanos
En un país donde la escasez y la crisis han convertido al dinero en prioridad absoluta, este acto de desprendimiento se volvió una enseñanza poderosa: la unión y la ayuda entre cubanos es lo único que puede sostenernos en medio del abandono estatal.
“Que esto sirva de ejemplo. No nos destruyamos entre nosotros. Si tu vecino necesita ayuda, dásela. En la unión está la fuerza”, recalcó Odelkis, agradecida también por las bendiciones que recibió tras compartir su historia.
Gracias a ella, Yoeldis podrá seguir trabajando para alimentar a sus hijas. Y su barrio encontró una prueba viva de que, aunque el régimen nos deje a la buena de Dios, todavía quedan cubanos que sacan fuerzas para tenderle la mano al otro.
