La policía panameña volvió a destapar un caso insólito que, una vez más, tiene la huella de Cuba marcada en el misterio. Durante una inspección en el puesto de control de San Isidro, las autoridades decomisaron tres cajas repletas de dinero en efectivo que viajaban escondidas en un autobús de la ruta Panamá–David–Frontera. Lo curioso es que las cajas iban registradas como si fueran “libros”.
Cuando los agentes revisaron el contenido, la sorpresa fue grande: entre billetes brasileños y turcos apareció también una enorme cantidad de pesos cubanos, una moneda que no sirve para absolutamente nada fuera de la isla. Y ahí está la gran pregunta que todos se hacen: ¿qué sentido tiene mover fajos de pesos cubanos a Panamá, cuando ni dentro del país valen gran cosa?
Por ahora, las autoridades no han dado detalles sobre la identidad del remitente ni del destinatario, y tampoco se sabe hacia dónde iba realmente ese dinero. El silencio oficial alimenta todavía más la sospecha sobre un entramado oscuro, quizás relacionado con lavado de dinero o maniobras turbias que el régimen cubano suele manejar en las sombras.
En Cuba, los ciudadanos tienen prohibido sacar más de 5,000 dólares, y aun así el peso cubano ni siquiera figura en el mercado financiero internacional. La moneda nacional es puro papel dentro de la isla y nada más, pero aun así aparece en cajas secretas rumbo a Panamá. Esa contradicción solo deja en evidencia lo que todos saben: el castrismo ha convertido la economía en un enredo de miseria, manipulación y chanchullos.
Panamá, que es un centro clave de operaciones comerciales en la región, mantiene controles estrictos contra el lavado de activos, pero este decomiso resulta desconcertante hasta para ellos. ¿Para qué alguien arriesgaría tanto por mover pesos cubanos, si no sirven ni para comprar un café en la esquina de Ciudad de Panamá?
Este episodio se suma a otros escándalos recientes con cubanos atrapados en aeropuertos panameños intentando sacar o meter grandes sumas de dinero sin declarar. En enero, un viajero desde La Habana escondió 25,000 dólares dentro de un libro y terminó descubierto. Meses más tarde, otra cubana intentó pasar por “despistada”, pero cargaba más de 10,000 dólares sin declarar.
Todos estos casos, uno tras otro, muestran lo mismo: los cubanos, ahogados por el desastre económico de la isla, recurren a cualquier vía para mover dinero, mientras el régimen mantiene a la gente sin comida, sin techo y sin futuro. Y en medio de esa desesperación, los únicos que siempre salen ganando son los de arriba, los mismos que crearon el sistema podrido que empuja al pueblo a estas trampas.