La prensa oficialista en Cuba volvió a desempolvar al noni como si fuera la salvación de la salud del pueblo, justo cuando en los hospitales no hay ni aspirinas y las farmacias parecen vitrinas vacías.
El Periódico 26, vocero del Partido Comunista en Las Tunas, publicó un artículo dándole bombo y platillo a la fruta Morinda citrifolia, el famoso noni, atribuyéndole propiedades milagrosas para fortalecer el sistema inmunológico y hasta curar dolencias graves. Según ellos, se cultiva en patios y huertos como si fuera un sustituto de la medicina moderna que el régimen es incapaz de garantizar.
La cosa no es nueva. En los años noventa, el noni fue presentado como la fruta que lo mismo servía para la hipertensión, que para la diabetes, las migrañas o incluso ciertos tipos de cáncer en fases tempranas, basándose en estudios asiáticos. Pero el propio diario admite que aquel boom se apagó, porque el pueblo nunca creyó en esa propaganda forzada, y el noni quedó reducido a un recuerdo de los experimentos del castrismo.
Lo que sí está clarísimo es el contraste. Mientras el aparato propagandístico habla de frutas “milagrosas”, la realidad es que los cubanos hacen colas interminables para conseguir analgésicos, antibióticos o medicamentos para la presión arterial. Muchos terminan resolviendo en el mercado negro o dependiendo de lo que les mandan los familiares desde el extranjero.
En definitiva, el revival del noni no es más que otro intento desesperado por disfrazar con folclor botánico la catástrofe sanitaria que vive la isla. El sistema de salud, ese que el régimen vende al mundo como “potencia médica”, está en ruinas, y el pueblo vuelve a los remedios caseros porque no queda de otra.
Y como si no bastara con el noni, hace apenas unos días la Universidad de Oriente se sumó a la nostalgia absurda, sacando pecho con la moringa, aquella planta que Fidel Castro llegó a presentar como la panacea universal. En sus redes sociales, la institución aseguró que la moringa tiene más proteína que el yogur, más calcio que la leche y más hierro que las espinacas. Todo un discurso reciclado que pretende ocultar el verdadero drama: Cuba atraviesa una de las peores crisis alimentarias de su historia, y la gente no tiene ni qué poner en la mesa.
En lugar de medicamentos y alimentos, el régimen insiste en vender humo verde, ya sea con moringa o noni, como si los cubanos pudieran llenar el estómago y curarse con promesas de laboratorio ideológico.