El amor de Claudia Artiles y Ultrack no se queda en palabras ni en fotos bonitas de Instagram: ellos lo llevaron directo a la piel. La parejita de influencers, que anda unida desde principios de este año, decidió sellar su relación con tatuajes que dieron bastante de qué hablar en redes.
Claudia fue la primera en lanzarse y se tatuó el nombre de Ultrack en letras negras y mayúsculas sobre su brazo izquierdo, justo encima del retrato de su hijo Marlon, al que ya había inmortalizado días atrás con otra obra de tinta. Cuando la cuestionaron por sumar más tatuajes, respondió sin complicaciones: “Estoy feliz, viviendo mi historia, mi camino y mi vida”.
Ultrack, que llevaba cinco años sin pasar por la aguja, también se animó. En 2019 se había tatuado en el pecho el nombre de su hija Victoria, y ahora completó el espacio con los nombres de sus otros dos hijos, Libertad y Jamer Ali. Pero la jugada fuerte vino en la espalda: se marcó nada menos que la mirada de Claudia en un trabajo de realismo que se volvió viral en cuestión de horas.
En Instagram lo dejó claro con una publicación directa: “Me tatué la cara de @claudiaartilesa”, acompañada de un video que mostraba paso a paso cómo se realizaba la obra. El resultado impresionó por el nivel de detalle y por el mensaje simbólico: llevar tatuados los ojos de la mujer con la que comparte su vida.
Las reacciones no tardaron en llover. Algunos seguidores aplaudieron el gesto diciendo que eso sí era “amor del bueno”, mientras otros se mostraron más escépticos con la típica pregunta: “¿Y si terminan, qué hacen con los tatuajes?”. Hubo incluso quien los llamó locos por grabarse el nombre de una pareja, pero ya se sabe: en internet nunca falta el aguafiestas.
Claudia, tranquila, aclaró que no era la primera vez que se hacía algo así: “Aunque en mis brazos no tenía, sí tengo ocho tatuajes en mi cuerpo. Estoy viviendo mi camino”, respondió sin darle mucha vuelta al asunto.
Al final, entre críticas y halagos, lo cierto es que Claudia y Ultrack siguen felices, tatuados y bien pegaditos. Y mientras el mundo opina, ellos se dedican a coleccionar tinta, recuerdos y momentos que, al menos por ahora, parecen grabados para quedarse.