La historia que te voy a contar parece sacada de una serie de Netflix, pero no, pasó en la vida real y tiene a un cubano como protagonista. En Florida, un tribunal condenó a Pedro César Ramos Cruz, de 33 años, a 10 años de prisión federal por un combo de delitos que lo ponen en primera fila dentro del crimen organizado.
¿Los cargos? Conspiración para traer inmigrantes ilegales a Estados Unidos, reingreso ilegal tras haber sido deportado dos veces, y posesión de armas de fuego robadas. Nada más y nada menos.
Un historial marcado por la ilegalidad
Ramos Cruz no era ningún principiante en estos temas. Ya había sido deportado de EE.UU. en 2019 y 2020, pero decidió jugársela y volver a entrar de manera ilegal. Lo que quizás no imaginaba es que, al reincidir, iba a caer en una redada mucho más grande.
Cuando fue detenido por la Patrulla de Carreteras de Florida (FHP), los agentes no solo se toparon con él al volante: encontraron un registro detallado de tráfico de inmigrantes, 20 pasaportes extranjeros, casi 14 mil dólares en efectivo, drogas y armas robadas. Una escena digna de película policial.
El vínculo con el Cártel del Golfo
Las investigaciones posteriores, lideradas por Homeland Security Investigations (HSI), revelaron algo aún más grave: el cubano tenía conexiones directas con el Cártel del Golfo, una de las organizaciones criminales más peligrosas de México.
Según el reporte, Ramos Cruz estaba metido hasta el cuello en el tráfico de inmigrantes procedentes de Cuba, Honduras, Nicaragua y Colombia. Y no solo los pasaba a Estados Unidos, sino que también se encargaba de moverlos dentro del país como si fueran mercancía.
Una sentencia ejemplar
El fiscal federal del Distrito Norte de Florida, John P. Heekin, no dudó en presentar este caso como un ejemplo del éxito de la Operación “Recuperemos América”, destinada a frenar la inmigración ilegal y el crimen organizado.
Por su parte, el agente especial adjunto de HSI, Nicholas Ingegno, fue claro: este cubano “violó repetidamente las leyes, tenía armas robadas, drogas, y trataba a las personas como si fueran objetos, sin preocuparse por su seguridad ni bienestar”.
Lo que viene después
Aunque Ramos Cruz pasará los próximos 10 años tras las rejas en una prisión federal, su historia no termina ahí. Una vez cumpla la condena, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ya tiene lista una orden de deportación para sacarlo del país definitivamente.
Este caso, además de mostrar el alcance de los carteles en la región, deja claro que las autoridades estadounidenses están dispuestas a usar todos los recursos para frenar a quienes juegan con la vida de los inmigrantes.