La historia de Ángel Luis Meléndez parece sacada de una película, pero es la cruda realidad que hoy vive este cubano que pasó cuatro años en Estados Unidos y terminó varado en México, sin papeles y sin rumbo. Él mismo asegura que está en un limbo legal, atrapado entre decisiones migratorias que parecen no tener lógica.
Todo comenzó cuando su petición de asilo político fue rechazada. Después de ese golpe, Ángel Luis pasó 25 días detenido en el centro conocido como Alligator Alcatraz, en Florida, al que describe como “un infierno”. Nunca había estado privado de libertad y aquella experiencia lo marcó profundamente. Cuando pensó que lo soltarían, lo que vino fue peor: una deportación discreta y sin garantías.
Agentes de ICE lo trasladaron desde El Paso, Texas, hasta la frontera y allí lo entregaron directamente a las autoridades mexicanas. Según relata, del otro lado ya lo estaban esperando: “Ellos te entregan a la parte mexicana, te están esperando ahí”, explicó. El problema es que México, al menos públicamente, siempre ha dicho que no acepta deportados de otras nacionalidades. Entonces, ¿cómo terminó allí?
Una vez en México, Ángel Luis fue detenido por entrar sin estatus legal. Lo trasladaron hasta Chihuahua, donde estuvo tres días bajo custodia antes de ser liberado. Hoy, no tiene documentos, no es considerado refugiado ni asilado, y vive con la incertidumbre de no saber qué pasará con él. Piensa en pedir asilo en México, pero ni siquiera ha empezado el trámite.
Lo más duro es que su caso no es aislado. Su pareja contó que hay otros cubanos en la misma situación. Mencionó, por ejemplo, el caso de un hombre deportado todavía con el uniforme de recluso que llevaba en Estados Unidos, quien fue abandonado en Villahermosa.
El asunto se vuelve más confuso cuando contrastamos su testimonio con las declaraciones oficiales. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha sido tajante: “México no ha firmado nada para ser un tercer país seguro”. Según ella, el país solo acoge a extranjeros por razones humanitarias y siempre bajo el respeto a los derechos humanos. Pero en la práctica, historias como la de Ángel Luis dicen otra cosa.
Mientras tanto, organizaciones no gubernamentales denuncian que el uso de la Guardia Nacional en labores migratorias ha aumentado las violaciones de derechos humanos. Y aunque Estados Unidos mantiene acuerdos de repatriación directa con múltiples países —incluso ha devuelto migrantes hasta África—, sigue ocurriendo que cubanos como Ángel Luis son dejados en México sin explicación.
Hoy, este cubano se encuentra varado, sin papeles y sin certezas. Ni en Cuba, ni en Estados Unidos, ni oficialmente en México. Su vida está en pausa, atrapada en un limbo donde los discursos políticos no se traducen en soluciones reales para los que sufren las consecuencias.
