El Focsa, ese rascacielos icónico del Vedado que alguna vez fue símbolo de modernidad en La Habana, ahora vuelve a estar en boca de todos. ¿La razón? El régimen acaba de inaugurar ahí un supermercado dolarizado, un nuevo templo del “quien tenga dólares, que pase” que deja claro cómo la brecha social en Cuba se abre cada día más.
El nuevo local está en manos de CIMEX —esa filial de GAESA, el gigante militar que controla buena parte de la economía cubana— en sociedad con la empresa española Inversiones Pucara S.A. (Ipsa). El estreno fue esta semana, rodeado de la misma mezcla de expectativa y críticas que generan todas estas aperturas en dólares.
El mercado, bautizado como Supermix Market, presume de estantes llenos: embutidos, lácteos, comida para mascotas… todo importado y con ese olor a “esto aquí casi nunca se ve”. Pero claro, no todo brilla: el sistema bancario no funciona y las cajeras solo aceptan dólares en efectivo. Y si pagas de más, prepárate, porque en vez de monedas de cambio, te devuelven caramelos o chocolates. Sí, caramelos como vuelto.
Los precios tampoco ayudan. Los clientes hablan de tarifas “medias a altas”, lo que en Cuba significa “solo para un grupito privilegiado”. Para ponerlo en perspectiva: el salario promedio en la isla apenas roza los 20 dólares mensuales en la calle. ¿Cómo acceder entonces a un supermercado así? Simple: o recibes remesas, o trabajas en el turismo, o estás fuera del juego.
Lo irónico es que todo esto ocurre justo en el Focsa, un edificio que en los años 50 simbolizó el lujo burgués, y que tras 1959 fue tomado por el régimen para alojar a sus altos funcionarios. Hoy, ese mismo inmueble alberga un mercado dolarizado que vuelve a poner sobre la mesa la desigualdad más brutal.
La jugada tampoco es aislada. Desde principios de 2025, el gobierno ha ido multiplicando este tipo de comercios en dólares: Holguín estrenó su “Las Maravillas”, Altahabana pasó a operar solo en divisas, y para mayo ya había más de 85 establecimientos de este tipo en toda la isla. La tendencia está clara: el CUP no vale y el MLC se apaga. Quien no tenga dólares, que se resigne a hacer colas eternas para comprar lo que aparezca en las tiendas estatales.
Y aquí viene lo más fuerte: detrás de esta apertura no está solo la idea de “modernizar el comercio”. Está GAESA, ese conglomerado militar que según documentos filtrados mueve más de 18 mil millones de dólares en activos líquidos. Un monstruo económico que no paga impuestos en divisas, recibe subsidios del Estado y opera sin que nadie le pida cuentas.
CIMEX, el socio visible en este nuevo mercado, es apenas una pieza más de ese rompecabezas. La tienda del Focsa, más que un supermercado, es el recordatorio de cómo los militares han convertido el comercio en divisas en su reino personal.
Mientras tanto, la mayoría de los cubanos sigue en apagones, con neveras vacías y sueldos de miseria que ni alcanzan para cubrir lo básico. La imagen es clara: un país en sombras y un rascacielos iluminado vendiendo jamón importado… pero solo para los que puedan pagar en billetes verdes.
Al final, la tienda del Focsa no es solo otra más en la lista. Es un símbolo. Una postal de lo que es hoy Cuba: un país partido en dos, donde unos pocos acceden a lujos en dólares y la gran mayoría sobrevive contando pesos que cada día valen menos.