Una familia cubana en Orlando está viviendo una verdadera pesadilla. Se trata de Deivy Alemán Oropesa, un padre que podría ser deportado justo antes de la delicada cirugía cardíaca que necesita su hija de apenas dos años. Sí, leíste bien: a pesar de que lleva años en Estados Unidos de manera legal, trabajando y pagando impuestos, el ICE le dio un ultimátum que ignora por completo la situación médica y humanitaria de su familia.
La esposa de Deivy, Yisel Miguel Sarduy, habló con el periodista Eduardo “Yusnaby” Rodríguez para Telemundo 51, y contó entre lágrimas que esta decisión llega en el peor momento. La pequeña ya ha pasado por dos cirugías a corazón abierto y ahora se prepara para una tercera. Imagina el dolor de esa madre y ese padre que podrían no estar juntos durante un momento tan crítico.
Deivy no es ningún “ilegal” recién llegado ni alguien con antecedentes: lleva siete años en EE.UU., ha trabajado, ha pagado impuestos, y nunca ha tenido problemas con la justicia. Pero en su más reciente cita migratoria, en lugar de la rutina de siempre, le entregaron un grillete electrónico y le dieron apenas 14 días para abandonar el país voluntariamente, o de lo contrario, enfrentará la deportación forzosa.
“Mi temor más grande es mi hija. No quiero que ella pase otra cirugía sin mí”, dijo Deivy a Yusnaby. Sus palabras duelen, porque más allá de cualquier papeleo, estamos hablando de una familia que solo pide estar unida mientras su niña lucha por su vida.
La abogada de inmigración Rosaly Chaviano explicó que el caso de Deivy se complica porque le entregaron un formulario I-220B, una orden que se aplica a personas con deportación final pendiente. Y aunque en teoría su matrimonio con una ciudadana estadounidense y la situación crítica de su hija deberían pesar como factores humanitarios, la abogada reconoce que hoy en día esos detalles prácticamente no se toman en cuenta.
Lo que pide esta familia no es ayuda económica ni privilegios, sino algo simple: que Deivy pueda quedarse en el país mientras su hija recibe el tratamiento médico que necesita. De hecho, ya entregaron cartas firmadas por cardiólogos y pediatras que avalan la urgencia del caso. También están buscando que congresistas o senadores tomen cartas en el asunto antes de que venza el plazo de dos semanas.
Regresar a Cuba no es una opción. Todos sabemos el estado crítico del sistema de salud en la isla: falta de medicamentos, equipos rotos, y hospitales que parecen sacados de otra época. En esas condiciones, la vida de la niña correría un riesgo aún mayor.
Desde las redes sociales, Yisel ha lanzado un llamado desesperado a la comunidad cubana y a los políticos que puedan escucharla. “Mi niña necesita a sus dos padres juntos… Estoy desesperada, no sé qué hacer. Yo soy ciudadana americana y ya puse una petición por mi esposo, pero necesito que me ayuden, que mi voz se escuche”, rogó en un video que rápidamente se hizo viral.
El caso de Deivy no es aislado. Cada vez más cubanos en EE.UU. enfrentan detenciones y deportaciones, incluso sin tener antecedentes criminales. Muchos de ellos, como Deivy, caen en estas redadas mientras cumplen con sus citas migratorias rutinarias. El mensaje es claro: la política migratoria se está endureciendo, y las familias están pagando el precio.
Otro ejemplo reciente es el de Rainier Rodríguez Delgado, un cubano detenido por ICE tras recibir una orden de deportación. Su esposa también relató entre lágrimas la angustia de ver cómo su familia se desmorona.
Historias como estas dejan en evidencia algo doloroso: las deportaciones no solo sacan a una persona del país, también arrancan a padres de sus hijos, quiebran familias y dejan a los niños con traumas que pueden marcarles de por vida.