El régimen cubano montó un operativo antidrogas en Centro Habana que terminó con la detención de dos personas acusadas de vender la peligrosa sustancia conocida como “el químico”.
La acción se llevó a cabo en la calle Amistad, entre Dragones y Reina, en pleno corazón del Consejo Colón, una zona marcada desde hace años como foco de consumo y tráfico. Según Elizabeth Ferrer, una de las voces asociadas al aparato oficialista, la operación fue “exitosa” y desmanteló un punto que generaba inquietud entre los vecinos.
Un problema que el régimen no sabe (o no quiere) controlar
Aunque la propaganda oficial hable de “logros” y “resultados positivos”, la realidad es que la presencia del químico en Cuba se ha disparado, mientras las autoridades siguen apostando más por la represión que por la prevención.
Esta droga, que pertenece al grupo de cannabinoides sintéticos, es mucho más tóxica y potente que la marihuana. Los médicos alertan que provoca convulsiones, alucinaciones extremas y daños neurológicos irreversibles.
Lo peor es que, para abaratar costos y hacerla más fuerte, suelen mezclarla con formol, anestésicos hospitalarios e incluso restos de té o plantas secas, creando un cóctel mortal que se distribuye sin control por las calles de la Isla.
¿Quién trae la droga?
Ante la pasividad oficial, crecen las sospechas de que el propio Estado podría estar metido en el negocio, usando estas sustancias como mecanismo de distracción social para que la gente se olvide de la miseria que vive a diario.
Lejos de asumir el tema como un problema de salud pública, el régimen sigue respondiendo con operativos policiales, detenciones masivas y juicios ejemplarizantes que en algunos casos han terminado con condenas de hasta 15 años de cárcel, incluso por cantidades mínimas de droga.
