Una visita al Zoológico de 26 en La Habana, narrada en Facebook por la usuaria Litle Lo La, se volvió viral por su mezcla de humor y crítica. Su relato, cargado de ironía, muestra no solo la decadencia de uno de los parques más emblemáticos del país, sino también la desidia de un régimen incapaz de garantizar condiciones mínimas para los animales ni para los visitantes.
La joven contó que, a pesar de las advertencias, decidió ir: “Ya nos habían dado varias referencias desfavorables acompañadas de un: ¡No vayas ahí ni loca! Pero como yo no soy loca, yo soy psiquiátrica, dije: vamos a sufrir, pero con nuestros propios ojos”.
Un zoológico sin animales y con precios de locura
Desde el inicio, la experiencia fue decepcionante. En el estanque donde antes había cocodrilos, ya no queda ni rastro de ellos, ni siquiera el coco de adorno. Sobre el hipopótamo, la joven bromeó que esperó media hora para verlo salir, pero nunca apareció: “ese debe estar más ostianao que la gente de la cola del Ticket”.
Más que animales, lo que encontró fue una especie de feria improvisada, donde un simple yoyo costaba mil pesos y un paseo en un carrusel manual se cobraba a cien pesos por vuelta. Negocio para el Estado, tristeza para los niños.
Animales escasos y jaulas vacías
La visitante aseguró que podía contar los animales con los dedos de la mano: “3 flamencos, 1 camello, varias vacas y toros, 5 monos, 3 tortugas ‘calenturientas’, 1 hiena, 2 ardillas coladas en la jaula de los mapaches, 2 jaguares y un oso pardo”. En otro foso, en lugar de un gran felino, encontró… una gallina.
Hasta la jaula de la serpiente estaba vacía, y más tarde descubrió que el reptil estaba siendo usado para fotos turísticas en otro parque. Negocio privado, abandono estatal.
El rugido que nunca llegó
El momento más triste llegó cuando su hija quiso escuchar a los leones rugir. “Mi abuelo me decía que antes se oía hasta a kilómetros”, contó la madre. Pero cuando gritó al león pidiendo un rugido, el animal, agotado y con un melón podrido al lado, apenas la miró con desdén, como diciendo: “¿Un qué? ¡Ridícula!”.
Un reflejo de la miseria cubana
El relato desató debate en redes y recordó denuncias recientes sobre el mal estado del zoológico: jaulas sucias, animales desnutridos, estanques secos y un hedor insoportable. Un trabajador lo resumió así: “Si no hay pa’ los cubanos, ¿qué va a haber para los animales? Esto es un genocidio”.
Mientras tanto, el régimen intenta maquillar la realidad con promesas de “restauraciones” y “reaperturas” que no pasan de ser parches mediáticos. La decadencia de este zoológico es solo otro espejo de lo que vive el país: abandono, improvisación y una crisis que devora hasta la esperanza de los más pequeños.